Quisiera que algún día tus ojos brillosos ya no se pongan
así tan solo para decirme que no, como cuando te amargas porque te toco; quiera
que esa luz de tus ojos – que solo yo veo – se pongan así de felicidad porque
compartes conmigo.
Quisiera besar tus labios que me provocan cada día más,
sobre todo los de la comisura de tus protuberantes labios inferiores que sueño
apretar con los míos para probar el saladito de esa parte de tu piel.
Quisiera no más esperar en balde que me acaricies como
antes. Que me toques tenuemente aunque sea de pura compasión, que me roces en
los oídos, que me hagas cosquillas y renegar por lo viejo que estoy.
Quisiera no insistir más en el choque de las estrellas para
que un día duermas conmigo, que no quiero poseerte en cuerpo más que en alma, que
acostados en mi cama se haga la luz de un nuevo día. Quisiera que una
coincidencia, de sueño y cansancio te haga preguntarme ingenuamente… ¿me puedo
quedar a dormir?
Quisiera que de ti salga la idea de ir a la montaña, porque
ya no te lo pediré; que estando allá solo miraremos la naturaleza que de mis
orígenes te he contado y conocerás dónde reposaré mi eternidad.
Quisiera que me ames como yo te amo, sin ningún
convencionalismo, ningún romanticismo, sin ningún alarde de nada, todo blanco
entre tú y yo, como te gustó decirlo, tú y yo.
No comments:
Post a Comment