Sebastián se incomoda, el bus no tiene baño. Se sienta junto
a la ventana, Gustavo es muy amable, no le dice nada con respecto a la
ubicación. Juan Gabriel bromea con Gustavo.
Oe Gustavo, presenta a tu marido. Calla mierda – Gustavo se
acerca a sus amigos - ¿Qué fue chola? Ya pe, presenta a tu marido. Carajo, ya
que tanto insistes ahora te presento a mi pata.
Sebastián baja del bus a buscar baño, se sorprende de lo feo
que está esa zona, entra a un mercado que se ve viejo y sucio, los servicios
higiénicos están en peores condiciones, se lamenta de hacer el viaje. Paga
cincuenta céntimos, el dependiente le da papel, Sebastián guara el papel y pasa
al urinario.
Gustavo no ve a su amigo, quiere timbrarle pero no tiene
saldo. Sebastián le llama, quizás algo le ha pasado, Gustavo se asusta.
Cholo, ¿se demorarán en partir? El profe dice que en diez
minutos salimos, ¿por qué? Es que quiero comprar algunos libros, porque no
quiero viajar solo mirando. Apura Sebastián. En unos minutos estoy allá, aquí
hay una calle de venta de libros viejos. Apura, apura.
Sebastián busca entre los libros viejos algún ejemplar que
le interese, encuentra dos obras que las tiene presente pero no las ha leído:
La Eneida de Virgilio y Fuenteovejuna de Lope de Vega; paga solo cuatro soles
por ambos y se va contento con su adquisición. Cuando llega al bus, no
encuentra a Gustavo, éste se fue a comprar alcohol con la chanchita que hizo
con sus compañeros.
La salida estaba programada para las siete, pero salen a las
nueve. El docente argumenta que tuvieron que esperar a los que llegaron tarde,
pero lo cierto es que mientras se esperaba se estaba arreglando el bus. Gustavo
se molesta por todo este maltrato, pero al fin se contenta que ya está en
marcha rumbo a Matucana. El bus avanza lento, al comienzo no se dan cuenta por
el tráfico, pero cuando llegan a Evitamiento, su avance es notoriamente lento,
se para en Ramiro Prialé por un desperfecto.
Gustavo baja y conversa con el docente, está molesto, sube
conversa con sus compañeros para irse por su cuenta, ellos comienzan a criticar
al docente y su mala gestión y deciden junto con Gustavo no seguir el viaje con
ese bus. Bajan Juan Gabriel, Jerjes y Darío. Sebastián les mira por la ventana –
parecen unos pigmeos -, comienzan a discutir con el docente – quien también es
de baja estatura -, él les pide que esperen, que ya está viniendo un mecánico
según le han dicho el chofer y su ayudante, que si ellos deciden irse por
separado él tendría que cancelar el viaje y no los autorizaba a seguir. Los
jóvenes deciden consultarlo con todos.
Dos chicas se bajan del bus y renegando le piden al docente
su dinero porque ellas se irán solas, que esto no es un hecho extraordinario ya
pasaron una parada de bus en su anterior salida con él. El docente sube para
conversar con todos, Rosaura y Aracely le secundan.
Jóvenes, sepan que esto es muy incómodo, entiendo que para
ustedes lo es, pues para mí es mucho más incómodo porque soy yo quien está a la
cabeza de esto, no saco ningún beneficio de éste viaje – nadie le cree, piensa
Darío -, lo hago porque era parte de nuestro plan – mentira, a nadie se le
ocurrió hacer un viaje -, nuestro plan de estudio – de qué estudio habla, si el
plan de salida no dice nada en relación a ningún estudio, no se menciona la
historia de nada -, nuestro plan de estudio era llegar temprano para hacer el
pago a la tierra – eso sí, el pago a la tierra está asegurado con todos los
brebajes conseguidos. Ante esta situación hay tres alternativas - ¿tres?
PRIMERA.- Ustedes pueden desistir del viaje, se les
devolverá su dinero, pero eso sí tendré que descontar algunos gastos que ya se
han tenido que hacer como las copias, comida que se ha mandado hacer y una
sorpresa que se tenía para el “pago a la tierra” – o sea aun así quiere sacar
su mordida. Eso sí, como no cumplimos con nuestro objetivo, tendremos que dar
examen el lunes.
SEGUNDO.- Podemos esperar unos treinta minutos que ya está
llegando el mecánico, lo arregla y nos vamos; corremos el cronograma del plan y
todo solucionado. No nos cuesta nada esperar – será que nuestro tiempo no vale,
Darío sigue contestándole con el pensamiento.
TERCERO.- Si ustedes deciden irse, pueden hacerlo, pero
sería algo que no autorizo, que no respondería al plan, yo les recomendaría
mejor que se vayan a sus casas.
¿Qué deciden? – el docente pone una cara de sinvergüenza que
contrasta con el rostro de Sebastián, que le mira fijamente por lo manipulador
que resultó ser el catedrático.
Rosaura pide la palabra, nadie se la da, pero igual habla.
Mire profesor, esto se lo digo con todo respeto – en
realidad se lo dijo como la Chacón increpando al Ministro de Educación -, usted
ya nos tiene acostumbrados a esto, yo fui con usted el año pasado a Lunahuaná y
¡¿qué nos hizo pasar?!, el bus se quedó parado a unos 15 minutos del destino y
tuvimos que caminar; además ni siquiera nos está proponiendo una reparación,
porque me supongo que usted exigirá que le reparen este daño que nos están
haciendo, ochenta soles para este tipo de servicios, por favor profesor. A mí
nada me asegura que vayamos a llegar sanos y salvos con este bus, así que mejor
me voy por mi cuenta.
Bueno chicos, vamos a someterlo a votación - el docente la ignora olímpicamente.
Gustavo, toma la palabra pensando que le secundarán con su
decisión sus compañeros.
Profesor, la verdad que ya nadie quiere ir con este bus,
nada nos asegura que no se va a malograr otra vez, así que nosotros nos vamos
por nuestra cuenta, además el objetivo es llegar a Matucana no ir con este bus.
Gustavo espera que alguien se alce con la misma idea, no
mira atrás, se está jugando el curso, el profesor tomará represalias, solo si
sus amigos le siguen quizás el profesor recapacite y no le jale. Nadie dice
nada, el profesor ignora “olímpicamente” a Gustavo y pide que voten.
¿Por la primera opción? Una chica de escasa belleza alza la
mano, su enamorado la rectifica, él está decidido inaugurarse en este
viaje. ¿Por la segunda opción? Todos los felones alzan la mano, excepto
Rosaura, Aracely, Gustavo y Sebastián. Gustavo no voltea, pero se decepciona de
Juan Gabriel, Jerjes y Darío quienes le habían dicho que estarían con él hasta
las últimas; pero así son las ratas, siempre son los primeros en salir cuando
se hunde el barco - piensa Gustavo.
Los cuatro parias bajan del bus, Juan Gabriel, Jerjes y
Darío – estos dos últimos en nada se parecen a los persas más que en el color
cobrizo pronunciado; y el primero, no canta; pero para Rosaura, encanta -,
bajan para conversar con Gustavo, tratan de convencerlo que regrese, pero Gustavo
está decidido, energúmeno, está decidido. Los pigmeos le piden a Sebastián
que convenza a su amigo, argumentan madurez en contra de lo que les enrostra su
amigo, felonía.
Lo siento, yo debo apoyar a mi amigo; creo que lo que está
haciendo el docente está mal. Les ha engañado y encima les condiciona a
permanecer con él. Ustedes ya son mayores de edad y les he escuchado que tienen
sus dudas con respecto al actuar de su profesor, si saben que él les está robando,
por qué seguir con esto, ahora tienen un motivo para darle su merecido.
Juan Gabriel abraza a su amigo y le pide que se quede.
Gustavo no le mira, está muy molesto y se zafa. Darío se acerca a Sebastián y
le pide sus cosas para asegurar que se encontrarán en Matucana, Gustavo se
aliviana y decide darles las mochilas a sus amigos. Las chicas hacen lo mismo,
solo llevan una mochila. Comienzan a caminar y el chofer les entera que el bus
ya está arreglado. Los pigmeos intentan nuevamente convencer a Gustavo para que
suba al bus, pero intransigente, Gustavo comienza a caminar, las chicas le
siguen, orgullosas de su gran hazaña que se escribirá en las mentes de esos
pequeños cobardes. Sebastián también camina dando la espalda al bus que después
de unos segundos que los felones suben pasa a los parias.