Friday, October 7, 2016

Sebastián te está esperando

Termina explicando la jerarquización étnica durante la colonia, sus estudiantes le escuchan estupefactos de lo mal que la pasaban las etnias desfavorecidas. Sebastián siembre es apasionado para contar esa parte de la historia. Le gusta referir curiosidades como el cuidado que se tenía a los negros en comparación a los indígenas porque los primeros costaban y los segundos eran simples regalos.

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¿Qué te parece este modelito? – pregunta Camucha. No sé, prefiero algo más cerrado. Ay, pero ya se viene el verano, vamos a Platanitos, allí encontraremos más modelos. Ya.

Elena y Camucha caminan por Jirón de la Unión, Elena quiere comprar zapatos, pero nada le anima. Camucha se emociona con la variedad que una mujer puede elegir, los colores y las puntas, es lo que más le sorprende, con esos tacos punta podría elevarse hasta 10 centímetros y llegar al nivel de la bella morena.

¿Por qué estás triste? Por Sebastián. Ay sí, es una pena que se esté quedando calvo. Oye, cállate, eso es un secreto. Sí, un secreto a voces verdad. Ni lo menciones, para Sebastián nadie lo nota. Jajajajaja… será que él no lo acepta, pero se ha quedado pelón. Bueno, cambiemos de tema. Pero dime, ¿por qué te preocupa el fracasado poeta? Es que ahora que le ha dejado Alejandra, me he dado cuenta que está trabajando mucho, se dedica demasiado a su trabajo. Eso está bien, no hay nada mejor que el trabajo para pasar las penas. Sí, pero le siento cansado, estresado. Ay… no puede ser, ocúltame – Camucha le da la espalda a Elena. ¿Qué pasa? Es mi ex. ¿El joven de corbata azul? – Elena ve a un apuesto joven vestido de terno azul acero conversando con dos señores. No, te lo digo pero no te rías, el pelón es mi ex. Jajajajaja… No te rías, entremos a la tienda, no quiero que me vea.

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Sebastián termina su clase, se apresura en bajar las escaleras para ir a la universidad, tiene examen. Suena su celular, es una madre de familia que le pregunta si su hijo fue a clases, él le confirma y le pide perdón que tiene que cortarle rápido.

Entra a la sala de profesores, abre su armario y revisa si tiene sus sesiones para la clase de mañana. Al cerrar el armario huele la madera que le hace recordar su puerta y cuando Alejandra se sorprendió al verla cambiada.

“Quisiera cambiar varias cosas, para que cuando vuelva se admire de todo, porque me gusta cuando pone su rostro de extrañada...”

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Camucha está en el SAT, llegó temprano como lo acordaron con Elena para hacer la declaración jurada de inscripción del predio que su jefa compró. Ha sacado el ticket, es la número cincuenta, Elena tendrá tiempo para llegar.

Aló, ¿Elena ya estás en camino? Sí, estoy por tomar el taxi, no te preocupes - Camucha escucha “Marinero de Luces” de Isabel Pantojas, Elena sigue en su casa. Ay Elenita, apúrate, que soy el número cincuenta y hay hasta el número cien, si es que pasa mi número tendremos que esperar más. Ya, no te preocupes, ya estoy saliendo.

Camucha mira los documentos (copia de la minuta, DNI de su jefa – original y copia – y el recibo de luz de la oficina – donde quiere que le llegue la cuponera).

Aló, ¿Rubí? Sí hija, a los años. A los años bebita, ¿qué ha sido de ti?, desconsiderada. Ay no sabes amiguita, me fui a Caracas. Pero qué haces tú allá… ¿es cierto que no hay papel higiénico? Sí hija, no hay papel higiénico ni pasta dental, es un caos, no hay pollo y tú sabes lo que me gusta preparar, más no tanto comer, el pollito; pero ya ahora estoy en Miami, no sé cuánto tiempo me quedaré aquí, pero si no encuentro quedarme volveré a Perú, porque a Venezuela no, no volvería jamás, ni siquiera porque el mismo bigotudo dictador me pidiese para vivir con él – Maduro es el amor platónico de Rubí. Pero cómo así has llegado a Miami. Ay hija, tú sabes que yo soy un producto de exportación fácil – Camucha se dice para sus adentros que su amiga es un producto fácil -, y mi talento ha traspasado fronteras, aquí mi han contratado para peinar modelitos para una pasarela, pero después de eso me regreso – en realidad la regresan – a Venezuela, pero la verdad es que me vuelvo a mi terruño, mi sufrido Perú, que al menos allá uno puede cagar bien. Ay China, que pena que sufras esos avatares de que te tengan que botar de los unitetes. ¿Quién me está botando? No dices que estás obligada a regresar a Venezuela… oye, te corto, que llega mi jefa y tengo que atenderla. ¿Elenita? Sí. 

Hola beba - Elena y Camucha se saludan de beso. Ay te he estado esperando aquí aburrida, felizmente que no se pasó el número, ya está en el 49 - Camucha muy delicada, fina, le entrega los documentos a su jefa. Entonces tendremos tiempo para ir a comprar mis zapatos. 


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