Tiene miedo que el estómago le
moleste durante el viaje, por eso no desayuna. Espera a Gustavo. Le timbra,
pero éste no le responde. Se mete a la ducha, se seca, se cambia, abre la
ventana para ventilar su habitación. Gustavo aún no viene y no contesta su celular.
Sebastián se pone en la ventana
mirando los trabajos que están haciendo en el parque. Piensa en cuántas veces
le pidió a Alejandra para viajar a la montaña y que no quería volver para allá
si no fuera con ella, pero ahora lo hace porque Alejandra le dejó para
siempre. Gustavo llama.
Cholo estoy cerca, ve bajando.
Está bien – Sebastián baja las escaleras y al abrir la puerta de salida se
encuentra con su amigo.
¿No me dijiste a las seis y
media? Sí, pero parece que se demorarán un poco. Bueno, tomamos el carro en
Malecón.
Los amigos caminan, Sebastián
habla sobre su trabajo y lo estresado que está, Gustavo le dice que se olvide
del trabajo y que disfrute del viaje, le comenta sobre sus amigos.
Conocerás a Jerjes, el pata es
penalista; y también irá Juan Gabriel, es un tipo avasallador, conoce mucho sobre
la administración pública. Le he pedido a Darío que lleve una carpa más, él
dormirá con Juan Gabriel y tú dormirás conmigo. ¿No hay otra opción? No –
Gustavo hace una mueca femenina y ríe.
******
Si me amas vendrás aquí. Te amo
mi ratoncita, pero entiende, tengo que llevar a mi mamá al centro. Siempre es tu
mamá, ¿es que no me amas? Te amo mucho, te amo hasta el infinito – hasta el
punto de haber dejado el trabajo por ella, Keni la ama tanto. Entonces ven,
quiero que estés a mi lado. Espera un momento.
Keni baja delicadamente como una
princesita - las escaleras hechas para la quinceañera de la casa le provocan
jugarse así -, encuentra a Teresita en la cocina.
Joven, usted tan temprano. Sí
teresita, es que tengo que salir, ¿te ha dicho algo mi mamá? Sí, que va salir
con usted a las nueve. Asu – Keni ve en su celular que son las siete y media -,
Teresita, si mi mamá me llama, le dices que he salido a recoger unos libros
aquí nomás, pero que no se preocupe que llego rápido. Está bien joven, pero no
le falle a la señora porque va estar renegando. Ya me imagino, y luego se las
va pagar contigo; no te preocupes Teresita, yo voy a llegar, pero si me demoro
algo y se pone histérica, tú no le hagas caso, si quieres puedes mentarme la
madre para tus adentros. Ay joven cómo dice, ¿mentarle la madre?, si su madre
es la señora y ella es muy buena conmigo. No pues Teresita, si te hace trabajar
tanto, cómo la vas a querer; encima tienes que aguantar al pezuñento de su hijo,
y lo digo por Jhonson, que a mí no me
huelen los pies. Ay joven, yo estoy muy contenta trabajando para ustedes. No
pues Teresita, en esta casa quien más trabaja, si es que no eres la única, eres
tú; mi viejo no trabaja, él estafa; mi vieja, solo se dedica a cuidar su
belleza que el derrotero de los años está ocultando, y Jhonson, ese Jhonson es
un vago. Ay joven, qué le pasa a usted, por qué está así de criticón. Es que es
cierto Teresita, aquí solo trabajas tú; bueno, ya después te hablo de la
revolución doméstica que debes encabezar porque me he dado cuenta que ni
siquiera tienes un contrato, ya hablaremos Teresita.
Teresita se preocupa por el joven
Keni, ni quiera se ha tomado el desayuno que le estaba sirviendo. Se sienta
y toma la leche que había servido, piensa que la vaga es ella, que últimamente
está muy cansada y que quizás un día la señora se canse de ella y la eche de la
casa y no sabría dónde ir, porque allí tiene casa, comida y un sueldo, que por
cierto no le alcanza para comprar el regalo que quiere su sobrino: una
laptop.
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