Wednesday, February 26, 2014

El viaje

Antonio esta triste porque no sabe nada de Elizabeth, ha pasado tres semanas que ni siquiera se escriben. Él no lo hace porque la última vez que conversaron por mensajes de texto le pareció que las palabras de ella no tuvieron los gestos emotivos de antes.

Antonio coge el celular y escribe:

Loquita me estoy yendo al pueblo de mis padres, ¿cuánto me hubiese gustado ir contigo?

Pero no lo envía. Mira las montañas y se conmueve al darse cuenta lo insignificante que es para la naturaleza. Los Andes son impresionantes, en invierno están llenos de vegetación y aparecen charcos a manera de lagos efímeros, porque después de media hora de llover acontece una media hora de brillo solar – insoportable - que evapora lo depositado en la planicie.

Decidió ir en auto, que es más costoso, porque las carreteras del centro, según su madre y como él lo esta verificando en este viaje, son muy peligrosas. Son siete horas de viaje, y las siete horas tiene a Elizabeth en la cabeza. Saca el libro que ella le regaló y lo lee, pero tan bonito paisaje y el recuerdo de la sonrisa china de Elizabeth perturba su lectura.

Se ha ido solo porque no tiene quién le acompañe y también porque si invita a alguien tendría que correr con todos los gastos, haría ese esfuerzo por Elizabeth. 

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