Saturday, February 8, 2014

Perezca el día en que nací

No vino Jhonnatan y Elizabeth se fue a sus clases de danza. Extraña a sus amigos, se conforta diciéndose – y esto lo hace en voz alta mientras camina – que a Elizabeth la verá el sábado cuando le enseñe Lógica y a Jhonnatan el domingo para hacer los mapas conceptuales.


“Perezca el día en que nací,
la noche que se dijo:
¡Un niño ha nacido! (3)

Exclama encima de una banca que está al frente de la Conejera – una Pabellón desolado de la Cantuta.

“Sea aquel día sombrío,
no lo recuerde Dios desde lo alto,
ni claridad sobre él resplandezca. (4)

Ya se ha aprendido el poema más bello de la literatura; y, aunque el poema es triste y lo recita simulando dolor, se pone feliz.

“Reclámenlo las tinieblas
y la sombra de muerte;
nublado repose sobre él,
y un eclipse lo estremezca (5)

Cuando menciona eclipse, lo hace con mucha fuerza e imagina el mundo en oscuras total.

“Oscuridad se apodere
de aquella noche.
No sea contada entre los días del año,
ni en el número de los meses. (6)

Un par de enamorados pasan por allí y se sorprenden por su recitación. En la conejera está un docente y le está viendo, igual continúa porque quiere hacerle entender que no le importa su presencia.

“¡Sea aquella noche solitaria,
Sin canción alguna! (7)

El profesor se acerca y se sienta en la banca de concreto donde Antonio exclama los versos de Job.
¿Te incomoda? No, estoy practicando para el concurso de poesía, y si alguien está cerca será mejor, así me imagino que es el público que me estará viendo. Entonces continúa.

“Maldíganla los que maldicen el día,
Los que están listos a despertar
al leviatán. (8)

Se da cuenta que no sabe qué es el leviatán.

“Oscurézcanse las estrellas,
espere la luz y no venga,
ni vea los párpados de la mañana. (9)

“Por cuanto no cerró las puertas
del seno donde yo estaba,
ni escondió de mis ojos la miseria. (10)

Se baja de la banca, solo se ha aprendido esos versos, le faltan más. Mira al profesor y recién nota que es casi un anciano.

¿Cuántos años tienes? 16. Eres un niño. Nada que ver, soy joven. Pero la ley te trata como un niño, ¿eres cachimbo? No, estoy en el segundo ciclo, ¿usted enseña aquí? No, vengo para una conferencia, quería conocer las instalaciones y pasé por aquí, dime dónde están las placas en memoria de los alumnos caídos por el terrorismo. Ah eso está al frente de la entrada. Si me guías te invito una gaseosa. Ya pues.

Ambos se dirigen al lugar de la memoria, y van conversando tomando las gaseosas que compraron.
¿Y esa capilla? Está abandonada, ¿quiere ir a ver? Vamos.

La capilla está descuidada, solo son columnas y algunos techos. Tiene botellas de cerveza y cigarros, Antonio pensó que sería un buen lugar para recitar.

Arriba hay salones, ¿podemos ir? Sí, pero no he ido allá. ¿No quieres ir? Está bien –no está muy convencido.  

Antonio siente un poco de temor porque esos salones están en la falda del cerro y nadie va por allá. Están sudando harto aunque es un día gris, día raro en Chosica.

Aquí no hay nadie, pero es bonito este lugar, seguro que no vienen porque quieren evitarse subir el cerro. Seguro, pero alguien ha estado por aquí, mire esta carpeta, está limpia en comparación de las otras. Es que es un lugar propicio para venir en pareja – menciona el conferencista.

Antonio lo mira fijamente y se inmoviliza. El anciano se le acerca y le toca la cara.

Los versos han sido copiados de capítulo 3 de Job, de: 
Sociedad Bíblica Emanuel (2000). Santa Biblia Nueva Reina – Valera. Argentina.

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