Lo primero que piensa es en Elizabeth, piensa si ya se habrá
levantado. Son las seis y media, tiene que salir a las siete si no quiere
llegar tarde. Prende la radio y pone en Planeta, pensando que de esa manera se
acostumbra al inglés. Toma una ducha rápidamente, se viste y sale apresurado al
estudio.
El doctor lo mira con una cara de sorprendido, ha llegado
con media hora de retraso y encima no se ha puesto corbata.
Socio, ¿qué ha pasado? Disculpe doctor, se me pegaron las
sábanas. Muy mal socio, creo que quieres ser burócrata. No doctor, nada que
ver, ayer estuve estudiando hasta tarde.
Se pone a revisar los expedientes y falsificar la firma del
doctor, él no quiere ser interrumpido para que le pidan una rúbrica, que le ha
dado la autorización de firmar documentos irrelevantes. Mira su celular y le da
ganas de llamar a Elizabeth, pero se reprime porque quizás la incomode.
Imprime los documentos, los sella y los firma, sigue esa
rutina hasta que el doctor le manda salir a los juzgados a entregar algunos
expedientes, le toca ir al juzgado de Lurín, el viaje es más o menos una hora
así que lleva su libro. Espera un carro que esté vacío para poder sentarse.
Está leyendo “Meditaciones Peruanas” de Víctor Andrés Belaunde, un libro que
compró en basar suelo por tan solo cuatro nuevos soles. Lee la biografía y se entera que Víctor Andrés es arequipeño, lo que le recuerda a
su amigo.
¿Su pasaje? ¿Cuánto es? ¿A dónde va? Al juzgado de Lurín.
Son tres
soles cincuenta. ¿Y universitario? Dos soles. Pero allí dice que es un sol
cincuenta. ¿Entonces para qué pregunta? – La cobradora se molesta.
Continúa leyendo la biografía que Basadre le ha hecho a ese
Belaunde. Y timbra su celular.
Buenas tardes – hace como que no ha reconocido la llamada.
¿Con el señor Rojas? Sí, ¿con quién tengo el gusto? – le sigue la corriente a
Arturo. Soy el director de la Ugel 05, señor queremos decirle que su file se ha
perdido así que tiene que venir pronto porque lo vamos a retirar del concurso
de adjudicación. Pero ahora no puedo – lo dice preocupado para que su amigo
crea que ha caído en su gracia -, ahora estoy en mi trabajo, por favor ¿cree
que puedo ir mañana? Jajaja, ya huevas, qué haces. ¿Cómo dice?, por favor
señor, ¿puede ser claro? Nada cerebrito, soy yo Arturo, no jodas, ¿no me
reconoces? ¡Si serás!, ¡cómo es posible que te expreses de esa manera ingeniero
de pacotilla! Jajajaja.
Arturo es ingeniero de minas y trabaja en Cajamarca, parece
que le va muy bien, porque siempre para molestándolo por lo poco que gana.
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