Friday, February 7, 2014

El dinero

Lo primero que piensa es en Elizabeth, piensa si ya se habrá levantado. Son las seis y media, tiene que salir a las siete si no quiere llegar tarde. Prende la radio y pone en Planeta, pensando que de esa manera se acostumbra al inglés. Toma una ducha rápidamente, se viste y sale apresurado al estudio.
El doctor lo mira con una cara de sorprendido, ha llegado con media hora de retraso y encima no se ha puesto corbata.

Socio, ¿qué ha pasado? Disculpe doctor, se me pegaron las sábanas. Muy mal socio, creo que quieres ser burócrata. No doctor, nada que ver, ayer estuve estudiando hasta tarde.

Se pone a revisar los expedientes y falsificar la firma del doctor, él no quiere ser interrumpido para que le pidan una rúbrica, que le ha dado la autorización de firmar documentos irrelevantes. Mira su celular y le da ganas de llamar a Elizabeth, pero se reprime porque quizás la incomode.

Imprime los documentos, los sella y los firma, sigue esa rutina hasta que el doctor le manda salir a los juzgados a entregar algunos expedientes, le toca ir al juzgado de Lurín, el viaje es más o menos una hora así que lleva su libro. Espera un carro que esté vacío para poder sentarse. Está leyendo “Meditaciones Peruanas” de Víctor Andrés Belaunde, un libro que compró en basar suelo por tan solo cuatro nuevos soles. Lee la biografía y se entera que Víctor Andrés es arequipeño, lo que le recuerda a su amigo.

¿Su pasaje? ¿Cuánto es? ¿A dónde va? Al juzgado de Lurín. Son tres soles cincuenta. ¿Y universitario? Dos soles. Pero allí dice que es un sol cincuenta. ¿Entonces para qué pregunta? – La cobradora se molesta.

Continúa leyendo la biografía que Basadre le ha hecho a ese Belaunde. Y timbra su celular.

Buenas tardes – hace como que no ha reconocido la llamada. ¿Con el señor Rojas? Sí, ¿con quién tengo el gusto? – le sigue la corriente a Arturo. Soy el director de la Ugel 05, señor queremos decirle que su file se ha perdido así que tiene que venir pronto porque lo vamos a retirar del concurso de adjudicación. Pero ahora no puedo – lo dice preocupado para que su amigo crea que ha caído en su gracia -, ahora estoy en mi trabajo, por favor ¿cree que puedo ir mañana? Jajaja, ya huevas, qué haces. ¿Cómo dice?, por favor señor, ¿puede ser claro? Nada cerebrito, soy yo Arturo, no jodas, ¿no me reconoces? ¡Si serás!, ¡cómo es posible que te expreses de esa manera ingeniero de pacotilla! Jajajaja.

Arturo es ingeniero de minas y trabaja en Cajamarca, parece que le va muy bien, porque siempre para molestándolo por lo poco que gana.

¿Estás vacacionando? Nada que ver Arturito, ahora estoy chambeando. Tú nunca paras de chambear, ya tendrás una gran fortuna, ¿ganarás más que yo? ¿Si de cultura y experiencia hablas?, ¡por supuesto! Jajajaj, no yo estoy hablando de dinero. En ese sentido creo que no tengo mucho reconocimiento, pero ya vendrán mejores épocas.

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