Azul no supo que hacer. Él tenía un cuchillo hechizo, con una hoja de unos 15 centímetros, oxidada y corroída. Apenas tenía filo. Él empezó a presionarle el cuello con el puñal artesanal y la obligó a subirse junto con él en el asiento trasero del auto.
Un momento
después, el auto salió del centro, tomó la Evitamiento siguiendo la
Panamericana Norte. En el kilómetro 34 se desvió hacia la derecha y siguió un
camino de tierra. Azul pensaba que estaba en Puente Piedra, ella tiene una
amiga que vive allí. Azul no podía ver al que conducía, estaba aterrada con la
cabeza agachada, el que la tenía aprisionada del cuello, le tocaba el cuerpo
con la mano que tenía libre y le preguntaba si antes había tenido relaciones
sexuales con un peruano. Groseramente le dijo que era su día de suerte, que hoy
tendría a dos peruanos solita para ella.
********
Azul llega
cansada a su habitación, se quita los zapatos, las medias, los jeans, y va
recordando lo sucedido. Le cae una lágrima, se echa a la cama tocando su
vientre vacío. Muchas preguntas le vienen a la cabeza:
(-) ¿De
quién era el niño?, ¿de José?, ¿de los violadores?, ¿de cuál de los violadores?
(-) ¿Es una
mala mujer por matar al niño que estaba en su vientre?, ¿era acaso un niño o
una niña?, ¿se puede hablar de un niño?, ¿no será mejor hablar de un feto?,
¿quizás sea mejor pensar en un feto para no sentirse mal?
(-) ¿Podrá
ser madre?, ¿será que Dios le está diciendo que nunca será madre?
Sus
hermosos ojos azules se quedan en un punto fijo de la nada. Quisiera tener a
alguien que la ame en verdad, no sexo, ella quisiera que alguien en verdad la
ame, que la acaricie, que la abrace, que le diga que no es una mala persona,
que puede levantar la frente y no por un orgullo de plantarle cara a la dura
vida, sino del orgullo feliz de que es una buena persona, pero no se siente
así.
Cuando me llames, allí estaré. |
No comments:
Post a Comment