¿Qué llevas allí? Nada – Henry oculta algo. ¿A qué hora
vienes mañana? A las nueve. No estaré, saldré a las ocho a la universidad. ¿Pero
dejas tu cuarto abierto? Claro, voy a regresar como eso de las dos, mi mamá
igual te invitará la comida. Gracias,
mañana termino con tu piso. Perfecto, quiero dejar de dormir en el sofá. No te
preocupes, mañana ya lo termino, pero igual tendrás que pintar las paredes.
Ambos caminan hasta la avenida Pirámide del Sol para que
Henry tome el amarillo que le llevará a Santa Anita. Conversan en la esquina.
¿Tienes problemas? Es Elena, quiere irse de su casa, dice
que no soporta a su madre; y le he pedido a mi mamá para ir a vivir con ella.
¿Y qué te ha dicho? Dice que sí, pero creo que mi mamá y Elena no la pasarán
bien juntas. Entiendo, pero si tu madre te está aceptando quiere decir que quiere
ayudarte y me supongo que tratará de mejorar su trato a tu esposa. Eso espero.
Pasaron ya dos amarillos y Henry no quiere irse. Conversar
con Sebastián le hace sentir bien, y cuando se despide de su amigo le extraña.
Me voy con el siguiente. Sabes, tengo una propuesta de
viajar a España. ¿Para qué? Llevar unos cursos allá, intercambio estudiantil.
¿Y por cuánto tiempo? Algo de cuatro u ocho meses, dependiendo de la beca que
tome. Pero… ¿quieres irte en verdad? Sí, sería una gran oportunidad. Pero yo
también me iré, y pensaba que tú te quedarías para ver a Juanito – así le
enseñó Sebastián a llamar al niño – y a Elena.
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