El profesor Arias se ubica en el
atril y lee con pausa y melodiosa voz su experiencia.
“Julinio era un estudiante muy
complicado, le gustaba hacer bromas en el aula y cuando le pedía que guarde
orden lo hacía por poco tiempo, luego volvía a comentar con sus amigos o
molestar a sus compañeros.
Al verlo por primera vez me
sorprendió su estatura y rostro maduro que contrastaba con su comportamiento
infantil. Pero más me sorprendió que al llamarle la atención y preguntarle
cuántos años tenía me respondió que 19. Fue algo nuevo para mí, un buen número
de estudiantes superaba la mayoría de edad.
Lo tomé como algo nuevo y les
comenté a ellos que me admiraba la situación de que su salón tenía jóvenes que
ya eran ciudadanos, ellos se rieron, algunos se avergonzaron, pero la mayoría
hizo bromas con respecto a esa situación, se jugaban diciendo “tú ya eres papá”.
En otro momento, conversando con
algunos colegas supe que habían – en esa aula – estudiantes que ya eran padres
y madres. Todo esto me dejó muy impresionado y reflexionaba por qué se estaba
en tal situación, al comienzo me respondí que los responsables eran los padres,
pero luego tras una conversación con un docente, con quien tuve una discusión
porque dejó basura en la calle, saqué otra conclusión.
El docente, me dijo:
Por qué te haces tanto problema,
sí a sus padres no les importan, si a ellos no les importa, a ti qué
te importa.”
El profesor Rivas comprendió el
mensaje, aplaudió admirado al profesor Arias.
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