Saturday, February 21, 2015

En el día del amor

La clase pasa rápido, además la última hora aprovecharon para tener un compartir por el día de la amistad. Mario toma algunas fotografías a sus compañeros de inglés y hacen un brindis con Inka Cola por el amor y la amistad.

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Llega cansado a casa, no ha comido nada más que un pedazo de pizza en el camino, pero está tan cansado que no va a la casa de su madre para almorzar, toma una ducha y se acuesta a dormir.
Después de una hora suena el timbre, es Henry.

Negro, ¿cómo estás? Bien, hice jugo y quería invitarte, le invité un vaso a tu viejo. Ha bacan, entonces paso por tu cuarto. Ya pues.

Mario ya está descansado, se viste y va hacia su casa, allí está viviendo ahora su amigo. Antes de subir al cuarto de Henry entra donde su madre.

Mamita, qué has hecho de comer. ¿A estas horas vienes?, hay puré con asado. Qué rico mami, pero solo preguntaba, porque ya comí en la calle; es que hoy tengo inglés y salgo muy tarde. Ya te serví, pero ya será para tu noche. Gracias mamita, voy a estar arriba, voy a ver al Negro.

Mario sube al cuarto piso, encuentra a Henry leyendo un libro de naturistas que él le ha regalado.

Y Negro, qué tal el día de San Valentino – Mario dice San Valentino porque le suena gracioso -, tranquilo, más rato voy a salir con Camila, ¿te gustará la manzana?, es un jugo helado de manzana. A ver – Mario prueba y le gusta -, está riquísimo Negro, te pasaste; y ¿te acostumbras o no a vivir aquí? Sí, no está mal, aunque a veces extraño el sofá de mi mamá. Seguro, uno también se puede acostumbrar a las malas condiciones.

Henry pone una película full mecha, como él lo llama, Mario se recuerda que Julio también le gusta el género acción y que también lo llama así: “full mecha”.

Después de media hora, suena el celular de Henry, es Camila.

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Melissa aprovecha que su padre está atendiendo a un paciente y escribe un correo:
“No me siento bien para hablarte, no lo quiero hacer, espero lo entiendas, siempre me pediste la sinceridad ante todo.

Deseo estar un tiempo alejada para aliviar mi estrés, estoy cansada y quiero evitar tener más angustia. He pensando bien mis palabras antes de decirte algo porque se que no lo tomaras a bien y siempre saldrán a la luz tus prejuicios, no me considero una mujer perfecta, pero yo si decido hacer algo lo hago pensando en ti y en mi.

Amor que nunca fue amor libre.”

Melissa presiona y piensa que tuvo que haberle dicho algo por el día del amor y agradecer por los mariachis y las flores, pero ya no cree conveniente enviar otro mensaje.

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Bueno, ya me voy con Camila. Ya pues, ¿te vas para la Chimú? Sí, vamos por allí.

Mario y Henry caminan convesando rumbo a la Gran Chimú.

¿Y no ibas a salir con la Reina? No, ella está de viaje. ¿No te llamó Elena? No, no me llama desde el año pasado, ¿tú la has visto? No, está en Arequipa… ¿y qué hay de Elizabeth? No sé nada de ella. ¿Y por el día del amor no te gustaría llamarla? Cuánto quisiera, pero no tiene sentido, sí a ella no le intereso en lo más mínimo. ¿Qué vas hacer ahora? Voy a leer un libro sobre “Legítima Defensa” para elaborar un ensayo que me pidió un compañero, me estoy recurseando de esa manera.

Los amigos se despiden de mano, a pesar que Henry ahora tiene un lugar más cómodo para estar y está al lado de Camila, Mario lo ve con un aire triste, debe ser por los niños, por Elena, debe ser porque Henry siempre ha tenido una expresión así.

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Matías está en su casa, viendo las fotos de Melissa, pendiente de algún mensaje y observa su cuenta de e-mail y lee.

Se pone a pensar, se levanta, camina furioso, porque no sabe qué pasa con ella, piensa que quizás está con otro, que quizás le ha mentido ella y no ha sido su traición lo que la alejó. Matías escribe:

“Ayer no pude dormir bien porque estaba preocupado por ti, espero que te sientas mejor, me siento muy triste pensándote mucho, te amo muchísimo, nunca dudes de eso, te adoro más que a cualquier cosa en esta vida, eres mi vida, no podría seguir mi camino sin ti, tu eres todo para mi, mi apoyo, mi sonrisa, mi sueño, mi fantasía, mi cielo, mi universo, mi amor, te amo Melissa.

Si me pides que vaya a tu encuentro lo hago, hoy estaré aquí en mi casa esperando tu comunicación, por favor dame otra oportunidad y te prometo que esta vez no voy a fallar.”

Matías suspira al presionar enviar, espera respuesta. Pasan los minutos, él envió el mensaje a las dos y treinta y ya son las dos y cuarenta, será que no responderá; o quizás está alistándose para salir de su trabajo. Matías no soporta esperar, toma su celular y busca el número de Melissa, pero recuerda que ella ha bloqueado su celular, o quizás ha cambiado de número.

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Mario llega a su habitación, pasa con una media que no tiene par por los muebles para limpiarlos del polvo. Se pone a barrer su cuarto y sale para barrer las escaleras. Toma nuevamente un baño, y se pone a leer en la mesa que tiene cerca a la ventana.

Mario hace un mapa conceptual del tema, y prefiere colocarlo en su blogger “El Coloso Solitario”. Suena su celular, es Elena.

Hola Mario. Hola Elena, qué gusto que me llames. Quería saludarte por el día de la amistad. Sí, hasta yo he sido enajenado con este día y quiero que alguien me salude. ¿Qué estás haciendo? Estoy en internet, haciendo un post para mi blogger y también conversaba con un amigo de la universidad; hace un rato fui a ver a Henry. Quería proponerte algo, voy a ir a Lima esta semana, tendré una quincena libre para poder estar con los niños antes que comiencen las clases, y pensé que podrías proponerme algo para visitar. Sería bacán, ¿pero quieres estar en Lima o salir? Pues no sé, quizás salir. Qué tal Churín, hace mucho que quiero conocer y podríamos ir para allá. Está bien, y no te preocupes por el costo yo te invito. No, yo pago lo mío, no te preocupes. Ay, espero que el gordo no tenga problemas con el viaje, que nunca ha salido a la sierra. No creo, él es tan fuerte como Henry, más bien soy yo de quien te debes preocupar, porque recordarás que para los viajes soy un poco cobarde. Sí, claro que lo recuerdo…

Mario se contenta por la conversación y proyecto de salir junto con Elena, quizás ya no la ame, pero la quiere mucho. Se echa en la cama, abraza una de sus almohadas y recuerda que tiene dos porque justamente eso le pidió Elena. Quizás no tenga éxito en el amor, pero tiene gente importante a quien quiere: su madre, padre, hermanas, el tío Lobo y amigos como Elena y Henry. 

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