Thursday, March 5, 2015

Los gestos de Elizabeth

Sebastián y Elena alquilaron una sola habitación en Churín.


Quiero tomar algo – Sebastián conversa con Elena. ¿Por qué? Porque creo que debemos festejar nuestro 23, estamos juntos nuevamente. Tienes razón, mi hijito está dormido, bajemos y tomemos algo, pero primero me voy a poner como para la ocasión.

Mientras Elena se cambia, Sebastián ve televisión.

Pero qué hermosa te has puesto, ¿cuánta ropa has traído en esas mochilas? Lo necesario, ¿te gusta? Te ves preciosa hermanita. ¿Nos vamos? Vamos.

En un bar-restaurante, piden cubalibre y eligen música de la rocola. Elena prefiere baladas antiguas y Sebastián algunas cumbias.

Qué pasa, por qué estás triste. La noche me pone triste, mañana es nuestro último día y lo he pasado bien contigo y tu hijo, quisiera que no acabara. Yo también quisiera que esto se prolongue, no había pasado desde hace mucho buen tiempo con mi hijito y también me siento contenta porque estamos juntos. Me gustaría bailar contigo. Aquí nadie baila, pero a mí también me gustaría bailar, creo que nunca hemos bailado, seguro que sí has bailado con Elizabeth. Tienes razón, nunca hemos bailado, además que no soy bueno bailando, con Elizabeth tampoco he salido a bailar, pero una vez le propuse para bailar un tango y ella aceptó, estábamos en mi cuarto y la tomé en mis brazos e intentamos algunos pasos. Ella siempre está presente. Sí, no puedo dejar de pensar en ella, no sé que siento por Elizabeth, la amo, pero no con la intensidad de antes, pero en momentos tristes la recuerdo nítidamente, recuerdo su rostro infantil diciéndome: sonríe, ya no estés triste. ¿Siempre tenía esos bonitos gestos contigo? Eso es lo que me enamoró de ella.

Sebastián pide otra bebida, Elena se levanta y baila.

Estás loca, siéntate. No, acompáñame, vamos a bailar.  No, no puedo, qué vergüenza.

Sebastián se levanta, intenta algunos pasos, pero no se puede relajar, piensa que está haciendo el ridículo y que las únicas dos parejas que están en el restaurante le están mirando.


Relájate, disfruta esta nuestra última noche. No puedo, creo que este lugar no es para bailar. Sonríe, ya no estés triste – Elena le sonríe e intenta hacer el gesto dulce que seguramente hizo Elizabeth cuando quiso ser buena con Sebastián. 

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