Wednesday, April 2, 2014

El muy recordado cuarto

Tengo que entrar una hora al cuarto de secundaria, los chicos de ese grupo son los más pesados, aunque para algunos profesores son el grupo más llevadero, porque ellos están bien contentos con que no se haga clases. Entro adusto y los amenazo.

Buenos días niños – les llamo niños a pesar que son adolescentes, se ponen de pies y responden -. Buenos días profesor Rivas – noto que Sofía no se ha parado y se hace a la que no me vio, me mira con una sonrisa pícara y me saluda a la volada -. Usted se queda parada. ¿Pero por qué? Porque no me ha saludado. Pero le acabo de saludar. Sí, pero no como se debe niña - comienza a dar razones riéndose - se puede callar que tengo que comenzar mi clase.

Es una hora pedagógica, he preparado una presentación de treinta minutos y posteriormente pedirles un ensayo para evaluarlos.

Pongan como título “Teoría del Estado”; alguien me puede decir qué es “Estado” – nadie responde -; a ver, Fernando, dime qué es el Estado. ¿El estado es el gobierno profesor? Sí, el gobierno es parte del Estado, a ver, piensa en el Estado peruano, dime para que exista el Perú como Estado, qué debe haber. Ah… me supongo que debe haber personas y territorio. Perfecto, Fernando nos acaba de decir los tres elementos clásicos del Estado: la población, el territorio y la soberanía.

El grupo comienza a festejarlo, pero lo hace con intención de sabotear la clase. Walter le lanza un cuaderno a Fernando en un momento que no lo veía. Fernando no dice nada, pero Sofía – que busca molestarme – lo acusa.

Profesor, el niño Walter le ha tirado un cuaderno a Fernando. ¿Eso es cierto Fernando? No profesor, solo estamos jugando. Fernando – esto lo digo con una entonación curiosa – si un chico te golpea una vez, lo va hacer toda la vida, así que tienes que denunciarlo – todos se ríen y él también. Nada profesor – sonríe nervioso, le tira el cuaderno a Walter -, solo estamos jugando.

Fernando me parece tonto porque no le responde a Walter como debe, antes tenía pena por él porque me recordaba que fui víctima de bullying y me identificaba, pero como nunca reacciona y las veces que trataba de apoyarlo siempre encubría a sus compañeros, me comenzó a dar igual su situación.

En una ocasión, los chicos colgaron un video en que le estaban golpeando. Vi dicho video porque tenía a uno de esos niños como contacto y conversé con Fernando y le dije que le ayudaría. Él me dijo que no era nada, que solo estaban jugando.

No, no Fernando, no están jugando. Sí profesor, yo también les molesto. No, pues Fernando, tú no molestas a nadie. Profesor, es mi problema, no se meta en mis asuntos. Pues sí me meto, cómo es posible Fernando, ¿vas a dejar que toda la vida te estén molestando? Ya le dije que nosotros nos jugamos así, qué quiere que le diga. Pues como no te puedo ayudar, voy a pedir que la psicóloga converse contigo, quizás ella te pueda ayudar. Pero no necesito de la ayuda de nadie. Bueno, yo solo voy a conversar con la psicóloga y ella conversará contigo. Ya, prométame una cosa, no quiero que le cuente lo del video a nadie, yo voy a conversar con la psicóloga y ese es mi asunto, por favor. No me parece, pero si así lo quieres no se lo voy a contar a nadie.

En la salida conversé con Javier, quien fue uno de los agresores de Fernando.

Javier, ayer vi un video que en que tú le echabas basura a Fernando. No profesor, no he sido yo. Te digo que he visto el video. Pero no fui yo profesor, usted está equivocado, yo no fui – en el video no salía su cabeza pero era él, porque era su cuerpo y su voz, su forma como ríe -, yo he visto ese video y yo no soy ese chico. ¿Entonces quién es? No sé, si usted quiere saberlo averígüelo – lo dice con un cinismo -. Por eso mismo te estoy preguntando – me molesto con él -. Pues no se lo voy a decir, ese no es asunto suyo, no era su hora – me responde malamente.

Si conversé con Javier es porque pensaba que era el más sensato del grupo, pero me equivoqué. Era un cínico, no le interesaba nada. Al conversar con él me di cuenta que con ese grupo no pasaba nada. En ese momento me dije que la educación no puede ser para todos, porque no todos están dados para la educación. Me di cuenta que hay personas que no aprenden, que pueden llegar a adquirir algunos datos, información y conocimiento. Pero aprender no, el aprendizaje tiene que ver con actitud, y estos chicos tenían una mala actitud frente a todo, a sus profesores, padres y a ellos mismos. Qué indignante el cinismo de ese niño.

No te hagas hígado, no vas a lograr nada, solo jálalos – me recomienda el profesor Wilfredo -. Pero no estoy hablando de sus conocimientos, estoy hablando de cómo se comportan. Pero ponles en actitudinal cero cinco y así jalan, porque nadie responde en ese salón. Claro van a jalar, no me responden y tampoco quieren trabajar, pero debemos hacer algo por Fernando y por todos ellos. Mira, ya tengo dos años, todo el mundo sabe que Fernando es víctima de bullying, ¡¿alguien ha querido hacer algo?!, sí, el profesor Gilberto le ha defendido varias veces, ha llamado a los padres para conversar, y ya se gastó mucha saliva y papeles, para nada, porque a los padres de Fernando no les interesa, porque a los padres de todos esos chicos no les interesa, y Fernando que es el más interesado, se deja.

Profe ya me cansé. ¿Y qué quieres que haga? Para sentarme pues profe. En primer lugar, no soy “profe”, soy el profesor Rivas ¿ok? Y en segundo lugar cómo no te vas a cansar si no te estás parando bien, ¡ponte bien! Ay profesor Rivas – con entonación irónica y golpeando el piso con el pie -, ya  me cansé, usted no tiene derecho a tenerme toda una hora de pie – sé que no tengo derecho, que es un abuso, pero esta niña lo que quiere hacer es dormir -. Te vas a sentar, pero si te duermes la próxima clase te tengo parado las dos horas. Ya profe…sor Rivas.

Entonces tenemos los elementos del Estado, y con esos elementos alguien podría definir qué es Estado, dime tú Max.

No sé… - se ríe -. Pero si decimos que el Estado tiene tres elementos podrías definirlo en base a eso. Ah ya, ya… el estado es el conjunto de la sociedad, el territorio y la soberanía – el resto se ríe -. Muy buena respuesta, entonces un estado está constituido por esos tres elementos, dime, ¿Podrá haber un Estado sin territorio? No sé. ¿Alguien puede contestar? Sí – contesta Sofía -. Sí – se apura en decir Marisol -. Sí – le acompaña María Paz. Y, ¿por qué dices que sí? Sofía. Ah no me equivoqué es no. ¿Y por qué no? No sé – me mira como si se hubiese vengado de haberla hecho parar, pero no le doy el gusto y no me inmuto -. Pues, les diré que no hay Estado sin territorio, si decimos que el Estado está constituido por estos tres elementos, a la falta de uno de ellos ya no podemos hablar de Estado.

En ese momento Jhonnatan bosteza y todos ríen. Me molesto, no le voy hacer caso. Voy a continuar.
En el caso de los judíos; antes de 1947 en que la ONU emite una resolución para dividir Palestina y darles un territorio, no tenían un Estado; existía la nación judía, pero no el Estado judío.

En ese momento, me doy cuenta que Sofía se ha puesto a dormir, y le pido que se ponga de pies.

¿Por qué? Porque te estás durmiendo. No me estoy durmiendo, no sea mentiroso. Sofía, puedes ir al baño a lavarte la cara para que puedas estar más atenta. No quiero. Retírate del salón y llama al auxilar – estoy muy molesto y se lo digo alzando la voz -. No quiero, mi papá paga su plata para que usted me enseñe, así que no me voy a retirar. Pues no voy a dictar clases si no es que te retiras. A ver sáqueme usted. Mira, no lo vamos a discutir ya conversé contigo, te pido que te retires y llames al auxiliar. No, profesor, no voy a llamar al auxiliar, ¡¿para qué lo voy a llamar?!, ¡llámelo usted!

El resto le grita para que se retire, no lo hacen porque piensen que estoy en razón, sino que están aprovechando para hacer bulla y reírse.

¡Se pueden callar!, no voy a permitir que una niña me incomode de esa manera, está bien, iré yo mismo. Llámelo – Sofía hace gestos de triunfo -.

El auxiliar desde la puerta la llama.

Sofía, hijita ven para acá. Por qué profesor, yo no voy a retirarme, mi papá paga su plata para que me enseñen y no puedo perder clases. Así es hijita, pero usted no puede estar incomodando la clase de sus compañeros. Pero si no estoy incomodando a nadie. Sí, ella no está incomodando solo se está durmiendo – dice Jhonnatan -. Por eso mismo estás incomodando al profesor y así él no puede hacer su clase. Pues no me voy a ir de aquí.

En ese momento suena el timbre y todos salen de prisa, Sofía se apresura con sus compañeras. El auxiliar no puede hacer nada, mueve la cabeza y me aconseja que escriba en el anecdotario el comportamiento de la niña, que mandará a llamar a su padre.

“El día de hoy la niña Sofía no me saludó de la manera correcta, por eso le pedí que se quede parada. Después de quince minutos, la niña pidió que le dispensaran y por eso le permití que se sentara. Sin embargo, a pesar de que estaba en falta decidió dormirse – como tiene acostumbrado hacerlo, por lo que tiene varias anotaciones en su cuaderno de control – y ante la llamada de atención y respondiendo de una forma inadecuada, se le pidió que llame al auxiliar para que converse con él, negándose y argumentando, “mi papá paga su plata para que me enseñen y no puedo perder clases”, lo mismo que le respondió al auxiliar cuando le pidió que vaya con él a su oficina”.


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