Tengo que entrar una hora al cuarto de secundaria, los
chicos de ese grupo son los más pesados, aunque para algunos profesores son el
grupo más llevadero, porque ellos están bien contentos con que no se haga
clases. Entro adusto y los amenazo.
Buenos días niños – les llamo niños a pesar que son
adolescentes, se ponen de pies y responden -. Buenos días profesor Rivas – noto
que Sofía no se ha parado y se hace a la que no me vio, me mira con una sonrisa
pícara y me saluda a la volada -. Usted se queda parada. ¿Pero por qué? Porque
no me ha saludado. Pero le acabo de saludar. Sí, pero no como se debe niña - comienza a dar razones riéndose - se
puede callar que tengo que comenzar mi clase.
Es una hora pedagógica, he preparado una presentación de
treinta minutos y posteriormente pedirles un ensayo para evaluarlos.
Pongan como título “Teoría del Estado”; alguien me puede
decir qué es “Estado” – nadie responde -; a ver, Fernando, dime qué es el
Estado. ¿El estado es el gobierno profesor? Sí, el gobierno es parte del
Estado, a ver, piensa en el Estado peruano, dime para que exista el Perú como
Estado, qué debe haber. Ah… me supongo que debe haber personas y territorio.
Perfecto, Fernando nos acaba de decir los tres elementos clásicos del Estado:
la población, el territorio y la soberanía.
El grupo comienza a festejarlo, pero lo hace con intención
de sabotear la clase. Walter le lanza un cuaderno a Fernando en un momento que
no lo veía. Fernando no dice nada, pero Sofía – que busca molestarme – lo
acusa.
Profesor, el niño Walter le ha tirado un cuaderno a
Fernando. ¿Eso es cierto Fernando? No profesor, solo estamos jugando. Fernando
– esto lo digo con una entonación curiosa – si un chico te golpea una vez, lo
va hacer toda la vida, así que tienes que denunciarlo – todos se ríen y él
también. Nada profesor – sonríe nervioso, le tira el cuaderno a Walter -, solo
estamos jugando.
Fernando me parece tonto porque no le responde a Walter como
debe, antes tenía pena por él porque me recordaba que fui víctima de bullying y
me identificaba, pero como nunca reacciona y las veces que trataba de apoyarlo
siempre encubría a sus compañeros, me comenzó a dar igual su situación.
En una ocasión, los chicos colgaron un video en que le
estaban golpeando. Vi dicho video porque tenía a uno de esos niños como
contacto y conversé con Fernando y le dije que le ayudaría. Él me dijo que no
era nada, que solo estaban jugando.
No, no Fernando, no están jugando. Sí profesor, yo también
les molesto. No, pues Fernando, tú no molestas a nadie. Profesor, es mi
problema, no se meta en mis asuntos. Pues sí me meto, cómo es posible Fernando,
¿vas a dejar que toda la vida te estén molestando? Ya le dije que nosotros nos
jugamos así, qué quiere que le diga. Pues como no te puedo ayudar, voy a pedir
que la psicóloga converse contigo, quizás ella te pueda ayudar. Pero no
necesito de la ayuda de nadie. Bueno, yo solo voy a conversar con la psicóloga
y ella conversará contigo. Ya, prométame una cosa, no quiero que le cuente lo
del video a nadie, yo voy a conversar con la psicóloga y ese es mi asunto, por
favor. No me parece, pero si así lo quieres no se lo voy a contar a nadie.
En la salida conversé con Javier, quien fue uno de los agresores
de Fernando.
Javier, ayer vi un video que en que tú le echabas basura a
Fernando. No profesor, no he sido yo. Te digo que he visto el video. Pero no
fui yo profesor, usted está equivocado, yo no fui – en el video no salía su
cabeza pero era él, porque era su cuerpo y su voz, su forma como ríe -, yo he
visto ese video y yo no soy ese chico. ¿Entonces quién es? No sé, si usted
quiere saberlo averígüelo – lo dice con un cinismo -. Por eso mismo te estoy
preguntando – me molesto con él -. Pues no se lo voy a decir, ese no es asunto
suyo, no era su hora – me responde malamente.
Si conversé con Javier es porque pensaba que era el más
sensato del grupo, pero me equivoqué. Era un cínico, no le interesaba nada. Al
conversar con él me di cuenta que con ese grupo no pasaba nada. En ese momento
me dije que la educación no puede ser para todos, porque no todos están dados
para la educación. Me di cuenta que hay personas que no aprenden, que pueden
llegar a adquirir algunos datos, información y conocimiento. Pero aprender no,
el aprendizaje tiene que ver con actitud, y estos chicos tenían una mala
actitud frente a todo, a sus profesores, padres y a ellos mismos. Qué
indignante el cinismo de ese niño.
No te hagas hígado, no vas a lograr nada, solo jálalos – me recomienda
el profesor Wilfredo -. Pero no estoy hablando de sus conocimientos, estoy
hablando de cómo se comportan. Pero ponles en actitudinal cero cinco y así
jalan, porque nadie responde en ese salón. Claro van a jalar, no me responden y
tampoco quieren trabajar, pero debemos hacer algo por Fernando y por todos
ellos. Mira, ya tengo dos años, todo el mundo sabe que Fernando es víctima de
bullying, ¡¿alguien ha querido hacer algo?!, sí, el profesor Gilberto le ha
defendido varias veces, ha llamado a los padres para conversar, y ya se gastó
mucha saliva y papeles, para nada, porque a los padres de Fernando no les
interesa, porque a los padres de todos esos chicos no les interesa, y Fernando
que es el más interesado, se deja.
Profe ya me cansé. ¿Y qué quieres que haga? Para sentarme
pues profe. En primer lugar, no soy “profe”, soy el profesor Rivas ¿ok? Y en
segundo lugar cómo no te vas a cansar si no te estás parando bien, ¡ponte bien!
Ay profesor Rivas – con entonación irónica y golpeando el piso con el pie -,
ya me cansé, usted no tiene derecho a tenerme
toda una hora de pie – sé que no tengo derecho, que es un abuso, pero esta niña
lo que quiere hacer es dormir -. Te vas a sentar, pero si te duermes la próxima
clase te tengo parado las dos horas. Ya profe…sor Rivas.
Entonces tenemos los elementos del Estado, y con esos
elementos alguien podría definir qué es Estado, dime tú Max.
No sé… - se ríe -. Pero si decimos que el Estado tiene tres
elementos podrías definirlo en base a eso. Ah ya, ya… el estado es el conjunto
de la sociedad, el territorio y la soberanía – el resto se ríe -. Muy buena
respuesta, entonces un estado está constituido por esos tres elementos, dime,
¿Podrá haber un Estado sin territorio? No sé. ¿Alguien puede contestar? Sí –
contesta Sofía -. Sí – se apura en decir Marisol -. Sí – le acompaña María Paz.
Y, ¿por qué dices que sí? Sofía. Ah no me equivoqué es no. ¿Y por qué no? No sé
– me mira como si se hubiese vengado de haberla hecho parar, pero no le doy el
gusto y no me inmuto -. Pues, les diré que no hay Estado sin territorio, si decimos
que el Estado está constituido por estos tres elementos, a la falta de uno de
ellos ya no podemos hablar de Estado.
En ese momento Jhonnatan bosteza y todos ríen. Me molesto, no le
voy hacer caso. Voy a continuar.
En el caso de los judíos; antes de 1947 en que la ONU emite
una resolución para dividir Palestina y darles un territorio, no tenían un
Estado; existía la nación judía, pero no el Estado judío.
En ese momento, me doy cuenta que Sofía se ha puesto a
dormir, y le pido que se ponga de pies.
¿Por qué? Porque te estás durmiendo. No me estoy durmiendo,
no sea mentiroso. Sofía, puedes ir al baño a lavarte la cara para que puedas
estar más atenta. No quiero. Retírate del salón y llama al auxilar – estoy muy
molesto y se lo digo alzando la voz -. No quiero, mi papá paga su plata para
que usted me enseñe, así que no me voy a retirar. Pues no voy a dictar clases
si no es que te retiras. A ver sáqueme usted. Mira, no lo vamos a discutir ya
conversé contigo, te pido que te retires y llames al auxiliar. No, profesor, no
voy a llamar al auxiliar, ¡¿para qué lo voy a llamar?!, ¡llámelo usted!
El resto le grita para que se retire, no lo hacen porque piensen
que estoy en razón, sino que están aprovechando para hacer bulla y reírse.
¡Se pueden callar!, no voy a permitir que una niña me
incomode de esa manera, está bien, iré yo mismo. Llámelo – Sofía hace gestos de
triunfo -.
El auxiliar desde la puerta la llama.
Sofía, hijita ven para acá. Por qué profesor, yo no voy a
retirarme, mi papá paga su plata para que me enseñen y no puedo perder clases.
Así es hijita, pero usted no puede estar incomodando la clase de sus
compañeros. Pero si no estoy incomodando a nadie. Sí, ella no está incomodando
solo se está durmiendo – dice Jhonnatan -. Por eso mismo estás incomodando al
profesor y así él no puede hacer su clase. Pues no me voy a ir de aquí.
En ese momento suena el timbre y todos salen de prisa, Sofía se apresura con sus compañeras. El auxiliar no puede hacer nada, mueve la
cabeza y me aconseja que escriba en el anecdotario el comportamiento de la
niña, que mandará a llamar a su padre.
“El día de hoy la niña Sofía no me saludó de la manera
correcta, por eso le pedí que se quede parada. Después de quince minutos, la
niña pidió que le dispensaran y por eso le permití que se sentara. Sin embargo,
a pesar de que estaba en falta decidió dormirse – como tiene acostumbrado
hacerlo, por lo que tiene varias anotaciones en su cuaderno de control – y ante
la llamada de atención y respondiendo de una forma inadecuada, se le pidió que llame
al auxiliar para que converse con él, negándose y argumentando, “mi papá paga
su plata para que me enseñen y no puedo perder clases”, lo mismo que le
respondió al auxiliar cuando le pidió que vaya con él a su oficina”.
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