Monday, December 2, 2013

Sufrimiento interno desesperante

Padeció en su temprana juventud pobreza y necesidad: su madre murió de una extraña enfermedad, no conoció a su padre, andaba con su anciana abuela – quien usaba un bastón –, ella murió cuando él apenas tenía 12 años. Un día se levantó muy temprano y subió al cerro, alzó los brazos y maldijo a Dios. Se revolvió contra su destino.

Con el tiempo llegó a tener riqueza y podría haber heredado a su descendencia un respetable capital, pero no tuvo hijos. Frente a la forma de vida del matrimonio, temía un fracaso existencial, porque no creía poder dar ni recibir la exigida plenitud de la existencia en esta forma comunitaria.

Nadie lo amaba, todos se acercaban a él por su dinero, su inteligencia, su influencia. Es que la maldición de Dios pesaba fuertemente sobre él… Se sentía oprimido por una culpa grave, con la condenación que esperaba para el más allá. Y así fue, su vida tomó una tonalidad sombría que transmitía a todos.


Su desdicha radicaba en la melancolía que había heredado de su madre y circunstancia, pero alguien llegó a su vida: una mujer. Una dulce mujer llegó a su vida… una joven mujer. ¡Qué injusticia espantosa! Llegó cuando estaba muriendo.

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