Tuesday, May 30, 2017

Mejor no digo tu nombre

Es tu prima – le entera su padre -, ¿la recuerdas? No – no la recuerda pero su rostro le parece familiar-, un gusto prima. Qué te vas a recordar de mí, eras un bebé cuando te dejé – Gladys le mira con la calidez necesaria para hacer bonito el clima gris de Lima.

Sebastián se sirve, olluquito con queso, está tan bueno que concluye, Nella cocinó.

¿Y tienes hijos? Sí, cinco. ¿Cinco?, ¿en verdad tienes cinco hijos? Así es – Gladys sonríe, en verdad no pareciera que haya tenido tantos hijos, aunque mayor, su rostro y ademanes parecieran indicar que no es madre -, la mayor tiene veinticinco años. Wow, tienes un hijo de veinticinco años, ¿pero a qué edad lo tuviste? Tengo cuarenta y cinco años.

Sebastián la mira, su rostro es armonioso, limpio, simpático; le recuerda la calma de Elena.

Estrellita les sirve infusión.

¿Ella es hija de Chana? – pregunta Gladys.

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Hay cosas que no existen, como el amor o el tiempo, son solo fantasías que el hombre las cree para no sentirse desvalido de su condición material que cambia y que no tiene sentido. Elena, Elena, eres una creación de esa necesidad humana de engañarse ante la realidad de desvalido en que se encuentra. Preferiría que nunca hubiese llegado a mi mente, no haber jugado con tu existencia, fue lo peor que hice, haber mencionado tu nombre y mentirme hasta tenerte presente en mi conciencia como si en verdad hubieras sido. Lo preferible sería que un meteorito caiga y destruya todo, porque nada tiene sentido.



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