Mario se levanta muy tarde, son
las nueve. Se ha comprometido con la directora a dar los exámenes de
recuperación del área de “Historia, Geografía y Economía”. Se ducha, se pone
jeans, camisa manga larga - para protegerse del sol - y un sobrero.
Primero va a la casa de su madre.
Hola mami. Hola papito, ¿y esa
novedad? Cuál novedad mami, si ayer estuve aquí. Justamente, esa es la novedad,
normalmente no vienes seguido. Entonces, ahora que tengo más tiempo porque soy
un desempleado más, te voy a visitar con frecuencia para que no te parezca una
novedad. Eso está bien, además tu papá quiere que le hagas unos documentos. Ya
mami, ¿tienes panetón? Es para el cumpleaños de tu hermana. Pero mamá, el
panetón tiene una fecha de vencimiento, se va pasar. No, allí dice hasta marzo
– Mario ve la caja de panetón D’Onofrio que tiene doña Nella encima de su
ropero. Está bien, saca el que está en el ropero. Bien.
Mario se sirve avena, que ha
preparado su padre, y parte un buen pedazo de panetón. Se sienta en el comedor,
pero luego piensa que no debe llegar tarde porque habrá muchos niños que
estarán con la angustia de dar sus exámenes de recuperación. Toma rápidamente
la avena y se lleva en una bolsa el panetón que aún no acabó.
Chao mami, vengo para almorzar. Ya
papito. Mami, me llevo la bicicleta de Alvarito. Ten cuidado, no vayas a cruzar
la pista con esa bicicleta. Pero mamá, cómo crees que llegaría al “San
Silvestre”.
*******
Elizabeth mira a Sebastián de
frente y piensa que se ve como un niño grande.
¿Qué pasa? Que cuando sonríes te
vez como un niño. ¿Ah, si?, tú te vez como niña en todo momento. Será porque soy
más joven que tú. Creo que sí – Sebastián vuelve a sonreír y se percata de la
bonita billetera que lleva Elizabeth -, ¿y esta billetera?, es de marca. Ah sí,
me lo regaló William. Qué buen gusto tiene, a ver.
Sebastián revisa lo que contiene
la billetera y admira la fotografía de la madre de Elizabeth, es delgada.
¿Y ella es tu madre? Sí. Es
delgada. Sí, mi mamita es más guapa que yo.
Elizabeth se ve tan linda en ese
momento, cuando dice que su madre es más guapa que ella, que Sebastián siente
como que se volvió a enamorar de ella.
Tienes toda la razón, tú también
eres muy linda, aunque no te pareces mucho a ella – Sebastián sigue admirando
la fotografía -, vamos a comer. No, no te preocupes, yo ya de aquí nomás me
voy. Vamos, igual te vas a ir y me vas a dejar, y al menos recordarás que la
pasábamos comiendo. Jajajaja, nos volveremos a ver. No lo creo, pero igual,
quiero que al menos tengas diversos recuerdos de mí. Está bien. ¿Qué deseas
comer? Lo que sea, no hay problema, vamos a comer un menú – en verdad Elizabeth
quiere comer algo rico como pollo a la brasa o un chifa. Vamos al Norky´s –
Sebastián cuenta con poco dinero, pero se dice que no importa, lo importante es
que ella se lleve bonitos recuerdos con él. No, es muy caro, mejor hay que
comer un menú nomás. Igual, un menú nos cuesta como ocho soles; el cuarto de
pollo está 14, por seis soles no vamos a reprimirnos de comer algo bueno. Ya,
pero yo invito la gaseosa. Está bien.
*******
Mario va por “Malecón” hasta la
primera cuadra, voltea en “u” para ir por la “Chimú”, San Silvestre está a la
altura de la segunda cuadra de esta avenida. Se siente bien, agradece – para
sus adentros – al tío Lobo por haberle enseñado a manejar bicicleta, piensa en
la foto de la madre de Elizabeth, todo está tan bonito. Elizabeth es una bonita
canción triste dentro de él, que suena clarito con el aire reaccionando a su
velocidad. Ve el timón de su bicicleta y un objeto de color marrón oscuro se le
atraviesa, escucha un ruido y cae en medio de la pista.
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