Y se arrodilló para dejarle la rosa que tenía consigo desde la mañana. Ella fue su madre, quizás no biológica, pero fue su madre de crianza. Por ella comía a regañadientes, ella le motivó los estudios. Por ella sigue intentando en tener ese gusto por los museos y las bibliotecas que aún es incipiente. La señora Rivas fue la mejor madre, no como la loca de cabellos largos que le dejó cuando era un niño; la señora Rivas tenía color, no como la mujer gris que le visitaba en sus pesadillas.
Sebastián le
sonríe a la lápida que lleva el nombre de Nella. Un niño chaposo se le acerca:
(-) Señor, señor,
¿se le murió su familia? – el niño pregunta ingenuo -, ¿por eso está triste?
(-) Sí, se murió
mi mamá. ¿Y a ti se te murió un pariente?
(-) Sí señor, se
me murió mi papá. Mi mamá dice que está en el cielo, que un día vamos a ir
nosotros a vivir con él para siempre cuando nos muramos.
(-) Ella debe ser
tu mamá, Carlitos. – una mujer chaposa le llama al niño por su nombre.
(-) Sí señor…, no
esté triste, ya cuando usted se muera va estar con su mamá para siempre.
A Sebastián se le
marca los pliegues de los ojos, la señora agarra de la mano a su hijo y saluda
a Sebastián con un buenas tardes para luego despedirse, Carlitos voltea la
cabeza para ver a Sebastián que se está yendo.
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