Wednesday, July 14, 2021

La Vero

Sebastián se levantó temprano, baja para el mercado. Encuentra en el parque unos jóvenes venezolanos con su bebé, tienen sus ropas sucias y la mujer está fumando. Ella tiene los ojos desorbitados y él, el rostro preocupado; el niño camina en círculos. Seguro que ni desayunarán - reflexiona al ver la bolsita de caramelos que lleva el chico - habrán almorzado ayer, qué será lo último que se habrán llevado a la boca.

Entra al mercado, pide una taza de quinua y dos panes con pollo; piensa en llevar panes con pollo y quinua para la joven pareja, pero luego recuerda que a Azul no le gustaba el pan, que cuando le contó que sus estudiantes hicieron una broma sobre las arepas, ella le dijo que raro le parecían los peruanos porque comían siempre pan, que todo era pan, que el pan le era insípido, que no había nada mejor que las arepas. ¿Dónde conseguir arepas para esa joven pareja? – se le ocurre – Si Azul estuviera en casa, le diría que me haga arepas para esta joven familia, y seguro que ella encantada.

Sale del mercado y compra tres tequeños venezolanos, esos que ellos llaman tekepizzas, y le pide a una chica que está vendiendo café con sus termos le acompañe hasta donde están los jóvenes. Les entrega los tequeños y paga por el café para ellos. El joven se lo agradece, y la chica baja la mirada, agradece con una voz que se le apaga, Sebastián se da cuenta que la mujer tiene ojos de color extraño, sus ojos son bonitos como los de Azul.

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Entra a la biblioteca, tiene llamadas perdidas. Prende la computadora mientras revisa un libro de literatura, busca el capítulo donde se trata las obras de las escritoras del siglo XIX. Suena el celular, es Sofía.

(-) ¿Qué pasó Sofía?

(-) Sebatián, te has olvidado de etiquetar a Verónica, pero yo ya la etiqueté.

(-) ¿De qué hablas?

(-) Del mensaje que hiciste para ella pues, ese donde hablas de las mujeres maltratadas, ¿acaso no lo estás escribiendo por su caso?

(-) No, estoy refiriéndome a las mujeres y varones maltratados en general.

(-) Pues yo pensé que lo hacías por Vero, pero igual, tu mensaje le cae como anillo al dedo, tú sabes que su marido le pega y ella no quiere denunciarlo, ella miente, trata de disimular que tiene una familia feliz, cuando lo que está viviendo es un infierno.

(-) No lo digo yo, pero si es así; ojalá reflexione y termine con ese tipo.

(-) No, no creo que lo haga, pero al menos no dirá que no le hemos advertido, yo creo que esa relación se va terminar con la Vero en un hospital. Pero ese maldito se las va a ver conmigo, ese día la Vero recién abrirá los ojos, claro si podrá abrir los ojos, porque esa bestia quizás y la mate. Pero nosotros no somos nada para meternos en vida de parejas. Ya una vez me dijo la Vero que ni me meta en sus asuntos conyugales.

(-) Bueno, ojalá que recapacite por ella, y si no es por ella, que sea por sus hijos.

(-) Pero es esa bestia que no la sabe apreciar. No se da cuenta que gracias a la Vero él es alguien en esta vida, porque la bestia esa ni apellido tenía. Pero pobre mi tía, sabes… - genera intriga – sabes… he soñado… he soñado cómo mi tía la despide en su lecho de muerte, porque como van las cosas mi tía va despedir a la Vero.

(-) No digas eso, no es que quiera que se muera mi tía, pero Vero es más joven que yo; cómo se nos va ir Vero antes que su mamá.

(-) Bueno, pero tú tuviste que etiquetarla, ahora la Vero se va molestar conmigo porque fui yo quien la etiquetó, pero no podía dejar pasar la oportunidad de tu mensaje para que recapacite la Vero.


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