Pero qué hay del
amor, tampoco hay amor. El amor en estas circunstancias es rebajarse a
acostarse por tener un ingreso, el amor aquí es ir a la cama de un enchufado
para conseguir medicamentos para su madre. El amor es despertar con un hermoso
paisaje, pero con un frío de alma por encontrarse en otra cama.
Los hermosos ojos
de azul brillan, su hermano la admira y baja la mirada cuando ve que caerán
lágrimas de ese fenómeno divino. No quiere verla llorando, el llanto silencioso
de su hermana es tan doloroso como saberse sin piernas, ese llanto es el que le
restriega que es un inútil en una silla de ruedas, y que para colmo es un
inútil que ha llevado a la casa de su madre dos bocas más para alimentar.
La mujer que amo
llora y sé lo que le está pasando. Sé lo mucho que sufre en ese norte maldito. Sé
que es desgraciada, que solo siente infelicidad, que su rostro ahora revela
desventura.
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