Sunday, June 5, 2016

La segunda vuelta

Nerviosa, completamente nerviosa, Camucha mira de un lado a otro, sostiene con fuerza su cartera.

Tanta gente aquí, seguro toda esta gente lumpenesca va votar por Keiko, felizmente que me vine temprano para no codearme tanto con esta bajeza de la sociedad.

Su celular suena.

Hola Rubí - lo dice tan femenina -, hay hija no sabes estoy a punto de entregar mi voto. ¿Tu voto?, tan temprano estás votando. Es que ya sabes que me tengo que ir al culo del mundo para votar, y eso por no haber cambiado mi dirección. Jajajajaja…, ya ves, yo te dije. Sí, es que ir al centro me mata tanto como venirme aquí a San Martín. ¿Y qué tal?, ¿la gente qué dice? La gente aquí está por Keiko, no sabes, salió una gorda de esas que vende en carretilla, todo sudorosa, grasienta y empolvada dando hurras por la China. Yo casi me desmayo al ver tremenda foca, ¿y tú a qué hora vas a votar? Ay no sé, tengo miedo de que me agarren en la cola y me digan que debo ser miembro de mesa porque algún mal ciudadano no quiere cumplir con su deber. Ay Rubí, por Dios, lo mucho te puede suceder es que te agarren el culo, y eso para ti sería una felicidad; ya a estas horas todas las mesas ya están instaladas. Ay no sé, además en mi mesa hay un gringuito que me miró la otra vez, estaba bien bonito, pero pequeñito, así como perfume francés. Jajaja, déjate de cosas oye, yo aquí no encuentro más que negros y ya sabes que soy racista – Camucha lo dice en voz baja para que no le escuchen -, Ay amiga, la cola está larga, no sé a qué hora voy a desayunar. ¿No has desayunado?, ay, pero qué tonta resultaste, yo en cambio me comí un chicharón. Ya, no me digas de chicharones, que eso me hace intuir que gana la China y allí sí que se nos acaba el plan de celebrar. Sí pues, oye… ¿tienes saldo? Sí, ¿por qué? Llama que ya se me acaba mi saldo. Está bien.

Camucha cuelga, pero antes de hacer rellamada ve un fornido hombre de piel morena colocarse atrás de su cola, comienza a elucubrar todas las exageraciones y prejuicios sexuales que se tiene con respecto al hombre de color. Voltea para verlo.

Pero si este negro no es peruano, o al menos sus orígenes no lo son – pero qué tonta soy, si los negros no son oriundos de estas cálidas tierras americanas -, pero qué guapo, seguro debe tener ascendencia europea.

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Sebastián se levanta, son las diez, está tranquilo, ha dormido bien; lo bien que se duerme después de hacer el amor.

Pisa suelo, no importa lo frío que está haciendo, solo quiere sentir ese frío que comulga con el abandono de Alejandra y le saca de su cálido sueño literario. Soñó con Alejandra en un auto, junto con su madre y padre; como siempre la madre mirándole de reojo, con el gesto de qué hace mi hija con éste; en cambio el padre, tan diplomático, para darle un espaldarazo y motivarle que haga política que allí está el camino para acumular la riqueza de las naciones.

Se sirve té chino, ve el vapor de agua que se expande de su taza y piensa que podría hacer un video con esa imagen dedicándole un poema más a Alejandra. Se sienta para leer el diario – Hildebrant en sus Trece -, lee el título “¡cunde el pánico!” y desea que gane PPK.

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Camucha despierta del encanto afroperuano y da cuenta que debe timbrar a Rubí.

¿Qué pasó hija? Ay mami, ni te imaginas, aquí tenemos compatriotas de exportación. ¿A qué te refieres? Si vieras lo que mis ojos verán, pero mi boca no comerá. Pero qué has visto, qué ha pasado perripuerca, no me dejes con la intriga. No, es que eso te lo tengo que contar en persona para que veas mis gestos así de genuinos como solo yo puedo hacerlo. Más bien, voy a guardar compostura y aislarme de toda esta bajeza para contarte lo de mi jefa. Ya, espero me cuentes lo que has visto; está bien, dime qué hay con Elenita. Sigue igual de guapa la maldita, los años pasan por ella pero para ponerla más sexy. Sí, eso me dicen siempre, tú siempre de franelera. No, tú has visto a mi jefa y ya sabes lo guapa que es. Sí, sí, eso sí. Resulta que ayer salió con un pelado. ¿Y? Es que es un pelado bien feo, además es de esos tipos ridículos, que se cree intelectual, que ha escrito un libro todo horroroso y cursi que se llama “Poemas para Elizabeth” y el muy atorrante no se lo dedica a Elizabeth, sino que se lo dedicó a una tal Alejandra y además allí están los poemas con que conquistó a Elenita. ¿Has leído el libro? Claro, lo compré, está bien bonita la pasta, tiene una orquídea en el centro del negro de su continente – lo dice elegante para sentirse sofisticada. Algo bueno tiene el libro. Sí, pero tienes que entender que la pasta no es obra suya; bueno a lo que voy, es que Elenita le ha dado un beso al descabellado escritor. Pero, Elena no acaba de tener su hijo y está con planes de boda. Sí, pero creo que esa boda se cancela por cambio de novio. Pero si salió más perripuerca que tú y yo. Cómo decirlo, Elena está para una de esas películas donde a la final si no se mata, la matan.

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Se mete a la ducha y antes de abrir la regadera timbra el celular, sale del baño y contesta.

Hola Sebastián. Hola Ariana. Sebastián, quería saber a qué hora puedo pasar por tu casa para lo de mi trabajo de investigación; porque tengo que ir a votar junto con mi mamá y nuestros centros de votación están muy separados. No te preocupes, mejor sería en la tarde; ¿puedes a las cuatro? Ya, entonces así quedamos.

Se mete a la ducha. 



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