Mario se lamenta de haberse quedado en la fiesta por el día
del padre. Ha tomado, de seguro que tiene alcohol en la sangre en proporción
mayor de 0.5 gramos –litro. Abre su puerta, se desnuda rápidamente, se
mete a la ducha y deja caer por un minuto el agua en su cabeza antes de
enjabonarse.
Sale de la ducha, se seca minuciosamente – minuciosamente quiere
decir que se toma su tiempo para usar sus respectivas toallas de cara, cuerpo y
pies. Coge su camina blanca – que al verse en el espejo se da cuenta que no es
blanca sino que es medio celeste, pero que está tan vieja que ya ha perdido su
color de fábrica. Escoge una trusa guinda, medias negras – le gustaría llevar
azules pero ya usó todas que tienen ese color, tendrá que lavar este fin de
semana -, se coloca el pantalón azul marino del terno, pero no irá con saco,
prefiere llevar una chompa, antes se coloca la corbata que le regaló Elena.
Sale apresurado a la casa de su padre, le entrega la torta
que le regalaron en el colegio y le pide cinco soles para ir a la universidad.
El Sr. Rivas le da diez soles, y Mario piensa que tiene el mejor padre del
mundo.
Corre hasta la Chinchaysuyo, toma un colectivo rumbo a la
Universidad. Willy llama.
Doctor, ya terminó la exposición del primer grupo; ¿dónde
estás? Asu Will, estoy tomando un taxi para allá, a ver si me esperan un poco, sino ya fue.
Piensa que Will es una buena persona, pero medio extraño; él
ha querido acercarse con conversaciones triviales, haciéndole bromas o comentándole
sobre Adelaida, pero aquél cajacho es más cerrado. Quizás tendrá algún problema
personal, además quién no tiene sus problemas personales, él mismo se ensimisma
de vez en cuando con los problemas de Elena.
Llega a la universidad, sube los cinco pisos para llegar al
sexto y justo sus compañeros ya estaban preparando la presentación.
Le toca exponer, está ebrio, siente que está ebrio y ve a la gente que le está prestando atención. Seguro se han dado cuenta que está mareado y se estarán preguntando qué le ha pasado a éste. No importa, al menos tiene la atención de esos jóvenes ligeros que de vez en cuando la señora Magda tiene que estar llamando la atención para que no hagan bulla e interrumpan a los profesores.
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