Señora estoy en la esquina, ¿me puede recoger? Sí, profesor,
no se preocupe, en un minuto estoy allí.
A Mario le da miedo estar en aquella esquina, le parece un
lugar peligroso, por suerte la madre de familia le dijo la verdad, y aparece al
minuto.
Muchas gracias profesor, ahora le voy a invitar a almorzar.
No se preocupe señora, yo tengo que salir de aquí para ver a un amigo. Por
favor, no le diga a mi Keny que yo le he buscado, él se enoja sí sabe que he
ido a su colegio. No se preocupe, usted entra a su casa y luego yo le tocaré
para que no se dé cuenta de nada. Gracias profesor.
Cuando voltean la esquina, encuentran a Keny fuera de la
casa. Mario lo mira y se sorprende verlo así de descuidado.
Hola Keny, qué ha sido de tu vida. Nada profesor, aquí haciendo
unos trabajos. ¿Y tus trabajos te impiden ir al colegio? No profe, lo que pasa
es que estoy juntando para algo importante, pero ya iba a ir mañana a clases.
Keny, he revisado las calificaciones que te han puesto y estás jalado en todo;
¿tienes algún problema? Es que los profesores no me comprenden, yo les digo que
me dejen tarea porque no voy a poder pasar sus exámenes, pero no quieren, y
cuando me dejan tareas son muy difíciles de comprender y mis compañeros no me
quieren ayudar. Pero Keny, quizás te estás quedando callado, tú debes insistir
con tus profesores, debes decirles que no quieres desaprobar y que por favor te
ayuden; tú no eres un malcriado así que ellos te pueden comprender, yo te
hubiese aprobado con algunas tareas siempre que te hubieses acercado. Pero me
desaprobó profesor. Sí, es que cuando saco mis promedios me olvido de todos,
lleno los números en el registro, si me hubieses hablado antes, hubiese puesto
una observación, pero ni siquiera te acercaste; pero recién estamos en el
primer trimestre, no debes faltar, yo estoy seguro que hay muchos profesores
que te pueden comprender, pero tienes que hablar, no te quedes callado y pide ayuda.
Nadie me quiere ayudar. Si tú insistes alguien te escuchará; ¿qué tal te parece
Fernanda?, ella es buena estudiante, quizás si le pides ayuda. Le pedí su
cuaderno y no me quiso prestar. ¿Y Sonia?, ella es cristiana y no creo que se niegue.
Sí, es buena; pero a veces está más con sus amigas que a mí no me quiere ayudar
porque no le entiendo. ¿Y algún varón? Los chicos no me quieren ayudar.
Mario se compadece de su estudiante, no tiene facilidad para
comprender y además se le ve desaseado.
Mira, te voy a dar esta evaluación que di la semana pasada,
lo vas hacer revisando tu texto escolar, ¿tienes el libro? No, a mi no me
dieron. Está bien, sácale copia a mi libro; tienes que hacerlo porque te falta
calificaciones conmigo. Sí lo voy hacer y le prometo que iré y hablaré con mis
profesores, yo lo que necesito es que alguien me escuche, que se interese por
mí; yo estoy agradecido que usted venga aquí, quizás está diciendo qué le pasó
a su alumno, qué está pasando en su mente; o quizás mi mamá le ha llamado, pero
yo le agradezco porque usted se ha preocupado por mí. Muy bien Keny, claro que
me preocupas, eras ya un jovencito y no puedes permitirte desaprobar este año,
si tú quiere trabajar mínimo tienes que terminar tu secundaria, después de esto
tú vas a poder trabajar con tranquilidad. No, yo ya no quiero trabajar, yo
quiero ir a un instituto a estudiar. Entonces con más razón tienes que terminar
la secundaria. Sí, lo voy hacer. Pero no te desanimes, quizás tus amigos no te
van apoyar, quizás algunos profesores se van a molestar contigo porque no
entiendes, pero tú tienes que ser insistente; tú tienes un buen carácter, eres
respetuoso y eso te va hacer ganar el aprecio de los profesores, pero también
algunos a veces están cansados o renegando y por eso no te toman interés, pero
tú siempre insiste para que ellos te consideren. Sí, los profesores me dicen
que les gusto porque soy tranquilo, yo soy respetuoso, solo quiero que me
ayuden para entender, porque las tareas me parecen muy difíciles. Pues, yo te
voy a explicar mis tareas, pero también tienes que pensar que tengo muchas
cosas y siempre las explico para todos en general no podría estar explicando
uno por uno; así son los profesores, ellos también se cansan y más cuando tú
sabes que tus compañeros son relajados y están distraídos cuando el profesor
les hace las recomendaciones.
Profesor Rivas le voy a servir un segundito – la madre de
Keny le ofrece a Mario. No señito, discúlpeme, es que tengo que ir a ver a un
amigo, justo vive cerca de aquí y quiero aprovechar, muchas gracias. Ay
profesor, pero en una próxima oportunidad tiene que venir para que se sirva una
almuerzo. Muchas gracias, yo voy a visitar a Keny.
Mario se despide de Keny y su madre. Piensa en la humildad
de ese hogar, le da cierta nostalgia la situación del estudiante, tiene ya 18
años y a causa de su esquizofrenia no puede avanzar en clases y ya ha repetido
2 años. Piensa que a veces él es muy exigente con los estudiantes, se cuestiona
de cómo exigirle resultados a un chico como Keny.
Toma su celular y llama a Jairo.
Jairo estoy cerca a tu cuarto, voy para allá. No jodas, no
estoy. Jairo, sé que estás allí, acabo de conversar con Miriam y me ha pedido
que te vea. ¿Para qué? No sé, me dijo que estabas mal. Pues estoy bien, ya no
te molestes; yo te llamo el sábado. Pues estoy debajo de tu cuarto así que
ábreme la puerta. No te voy abrir, qué jodido eres.
Justo un inquilino de aquella casa entra y Mario puede
subir. Toca la puerta de Jairo.
¿Quién? Soy yo, abre la puerta. Para qué has venido, estoy
muy ocupado. Jairo qué pasa, estás bien. Sí, estoy, estoy desnudo, ya hablamos
después; en la noche paso a tu casa.
Mario mira por la ventana – la cual no tiene cortina, solo
unos papeles de regalo que la tapan parcialmente. Ve a su amigo desnudo en el
suelo en posición fetal, está escuchando música y percibe olor a terokal. Toca
con más fuerza la puerta. Jairo se coloca un buzo y abre la puerta sonriente.
Sabía que alguien iba a venir, no sabía quién; pero me decía
que alguien iba a venir. Qué pasa contigo – Mario no lo mira, se ha puesto muy
triste y tiene los ojos llorosos -, por qué estás haciendo esto Jairo, qué te
pasa. Sabes - Jairo mira a su amigo y le parece un niño y se ríe -, a pesar de
nuestras diferencias, siempre me has parecido un chiste.