Wednesday, February 18, 2015

El paciente de confianza

Mario se levanta tarde, se loguea en Facebook, mira los mensajes y responde a Luiz.

Oe Luiz, estoy full amigo, estoy en mi curso de Actualización de Historia y además llevo clases de inglés los sábados y domingos; ya nos veremos la próxima semana para echarnos unas aguas, feliz día de la amistad.

Pone música – Lemon Tree –, se quita la ropa rápidamente, lo va colocando en su tacho y se va a la ducha. Siente el agua tibia, es una sensación excitante, pero está apurado, tiene que ir al Colegio a firmar contrato y luego al dentista por lo de la endodoncia, para finalmente ir a su curso de inglés en Azcarrunz.

Es el día del amor y piensa que podría animarse a escribirle algo a Elizabeth, quizás un cuento como se lo dedicó a Elena hace mucho atrás; luego lo piensa mejor y se dice que Elizabeth no tiene la sensibilidad de Elena, que mejor no le escribe nada. Sale de la ducha, se pone jeans, sandalias, una camisa y un sombrero norteño. No le interesa qué puede pensar la directora, además ya tiene trabajando 3 años en ese colegio y todos saben que es estrafalario para vestirse.

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Hola mamita. Papito, ¿te sirvo avena? Sí por favor mamá, ¿pan con qué tienes? Hay queso fresco y suizo que ha comprado tu papá de la vecina Cajamarquina. Entonces comeré queso suizo. ¿Ya estás mejor papito? Sí mami, ahora voy al colegio a firmar contrato y luego al odontólogo. ¿Te alcanza? Mi odontólogo me ha dado la alternativa de pagarle una mitad ahora y la otra a fin de mes. Entonces, ¿te alcanza? Sí mami, no te preocupes.

Mario toma la avena y se sirve 3 panes integrales con queso. Se va al cuarto de su madre, quien se ha puesto a ver un programa farandulero.

Pero viejita, cómo vas a estar viendo eso. Es lo único que me entretiene. Pero eso es basura, hasta van hacer una protesta para que ya  no se transmita ese tipo de programas. Todos tenemos distinto gusto. Ay mamita, pero si tienes cable, puedes ver otros animales. No me digas que es lo que tengo que ver. Bueno, te voy a traer en la noche un video, mejor.

Mario termina, se lava los dientes – lleva consigo su cepillo – y se despide de su madre.

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Suena el celular.

Alexander, ¿qué es de tu vida ingrato? Hola Mario, nada que estoy llevando un curso de adelanto. ¿Qué curso? Redacción. Cómo que de adelanto, será de recuperación, ese curso es del segundo ciclo. Sí, es que me deshabilité. Y ahora que me necesitas te recuerdas de mí. No hermano, no te puede llamar antes porque estuve en Ecuador. Sí tú, pero dime, qué te han pedido. Un ensayo sobre la “Legítima Defensa”. Ya, sacando mis cálculos, no habiéndome regalado nada por navidad, sin saludo de año nuevo ni nada, será 80 soles. No te pases hermano, ¿no puede ser algo menos? No, más bien debería ser algo más. Pero yo te voy a dar los libros, tengo la bibliografía. Está bien, 60 nada menos. Listo, mañana te paso los libros. Ya pues así quedamos, feliz día de la amistad. Feliz día.

Mario entra a la dirección, la secretaria le atiende.

La directora te dejó el contrato para que lo firmes, ella ya lo firmó. ¿Qué no está? – Mario se siente ofendido. No, tuvo que salir por una urgencia, me pidió que le de este documento, que lo firme y deje la copia, que aquí está su horario y además que como notará en el contrato aceptó su pedido de mejorarle el sueldo. Ah que bueno, entonces lo firmaré – firma haciendo un gesto gracioso como esperando que alguien le tome una fotografía -, ¿eso es todo? Sí profesor Rivas, esta es su copia, entonces estamos trabajando un año más aquí en el San Silvestre. Esperemos que las cosas nos vayan mejor que el año pasado. De seguro – la secretaria sonríe.

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¿Y cómo te ha ido? Mejor doctor, ya no me duele, pero no podré hoy porque tengo clases de inglés, viene para pedirle que me cambie de cita para el miércoles. Está bien. Muchas gracias doctor.
De pronto en la entrada de la clínica unos mariachis cantan “Qué linda está la mañana”, el doctor se molesta y le pide a su hija que no salga.

Qué sucede doctor. Es el enamorado de mi hija, ha peleado con ella y a éste chiquillo se le ocurre traerle mariachis aquí. Pero qué detalle doctor, eso dice mucho de los sentimientos del jovencito. Es un buen chico, pero con mi hija paran peleando de cualquier tontería, creo que deben tomarse su tiempo. ¿Entonces su hija no saldrá? No, ella está trabajando, esta no es su casa. Entonces qué va hacer, este espectáculo va espantar a los potenciales pacientes. Eso mismo digo, este chiquillo tonto piensa que puede ir con los  mariachis a todas partes. ¿Es que ya le llevó mariachis antes? Sí, para su cumpleaños y para un día que también se pelearon, creo que es mejicano. Puede ser, que es chato y cachetón – Mario piensa que esas son características del soma mexicano -, ¿quiere que los despida? Creo que si no sale nadie estará cantando por lo menos una hora, ¿me puedes hacer el favor de despedirlo? Claro doctor, yo hablaré con ese jovencito enamorado – Mario mira por la ventana y por un momento pensó que el jovencito era uno de sus estudiantes.

Baja las escaleras, se acerca a Matías y se presenta.

Hola Matías, soy Mario, paciente de confianza del doctor Ávalos. Buen día señor, he venido trayéndole estos mariachis a mi enamorada. Sí, pero ella está trabajando ahora y no podrá atenderte; el doctor pide que por favor te retires porque si no se va enojar y saldrá a discutir contigo y eso no quiere, menos aquí en la clínica que es su lugar de trabajo. Pero solo quiero hablar un rato con Melissa. Sí, pero Melissa, como te habrás dado cuenta no quiere conversar contigo, es mejor que esperes su llamada, su padre le ha llamado la atención porque ahora ella está trabajando y este no es el lugar para que le vengas a traer los charros. Es que me he comportado como un tonto y quería pedirle perdón. Pues, con todo el respeto – Mario pone cara de tonto – jovencito, estás portándote más tonto y la estás poniendo en una situación incómoda frente a su padre y a sus compañeros de trabajo. Tiene razón. ¿Entonces te irás? Está bien – el chico suspira -, pero usted me puede hacer un favor, tome esto – le da una rosa con una carta. ¿Para mí? – Mario se siente incómodo porque todo el mundo le ve cómo ese jovencito le da la rosa y ellos se encuentran rodeados por los mariachis. No, cómo cree, es para Melissa, por favor dígale que estaré esperando su llamada, que hoy es un día especial y que no quiero pasarla peleado con ella. Está bien, pero hazme un favor, claro si no es mucha molestia. ¿Qué? Podrías retirarte con los charros cantando. Buena idea.

Los mariachis cantan una de Vicente Fernández, Matías y ellos caminan hasta la esquina terminan su canción y se despiden. Mario sube al piso donde está el doctor y Melissa.

Bueno doctor, se fueron. Muchas gracias Mario. De nada doctor, esta rosa es para Melissa – Mario se lo entrega a la blanquiñosa. Gracias señor, usted ha sido muy amable con nosotros. Me pidió que te dijera, y disculpe doctor si le molesta, pero el jovencito Matías me dijo que esperaría tu llamada – se dirije a Melissa -, que no quiere que estén peleados este día tan especial. Gracias nuevamente señor.

Melissa se va a su escritorio, guarda la carta y se queda mirando la rosa. Mario se despide del doctor.

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Mario toca la puerta de la profesora Matilda, ella le mira molesta.

Why are you late? I’m sorry teacher, I had a personal problem.

La profesora le deja pasar, Mario se sienta al lado de Susana. 

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