Thursday, March 6, 2014

Un particular mundo

A Eli no la vi sino el año siguiente, cuando ya me había retirado del colegio porque repetí por segunda vez. Yo estudié en el Mariátegui, el que está en la Atarjea. Quizás, ese año hubiese ido a marzo porque solo tenía tres cursos para jalar: matemática, inglés y computación; pero el profesor de religión pedía a todos los chicos que compremos unos dominicales que vendían en su iglesia y cómo no los compré me jaló. Le reclamé y a secas el muy conchudo me dijo, con Satanás no hablo. Le miré con odio y no le dije nada; en esa época no sabía si podría quejarme con alguien, creía que el profesor era el que tenía toda la autoridad y que una vez que te había agarrado de punto ya no podías hacer nada. Me resigné.

A Eli la encontré en la misma disco que discutí con Walter, ella estaba con un grupo de compañeras y yo con mis patas del barrio. Las vimos, nos acercamos y les hicimos el habla. La invité a bailar y ella aceptó.

Ya nos conocimos el año pasado, ¿te recuerdas?, me sonreíste cuando estabas con Karina. No, no me recuerdo haberte visto antes. No mientas, tú me sonreíste de una manera especial. No, ni te recuerdo, yo siempre sonrío así a la gente, a veces pasa una mosca y también se me da por sonreír – eso me sonó malicioso -, quizás me habrás visto, pero si te sonreí es porque le sonrío así a todo el mundo, es un tic nervioso. Ah ya, tic nervioso ¿no? Sí, jajajaja.

Salimos de la disco, Mario y yo invitamos a Eli y su amiga a comer en un chifa; para eso el dinero no era un problema para mí, lo que trabajaba con Pipo me lo juntaba para mi ropa y mis salidas, por eso mismo tenía muchos amigos, porque siempre era el que invitaba. Yo no tomaba, pero les acompañaba y luego cuando sacaban la cuenta yo ponía como si hubiese participado de la libación.

Eli, ¿de dónde eres? – pregunta Mario -. De Huánuco – ella le sonríe de igual manera como me había sonreído en la escuela, era verdad, tenía el tic ese, pero le sonrió más tiempo -. Ah mira, mi familia es de Tingo María. Ah que bueno, yo conozco Tingo María – le miro con cierta incomodidad a Mario, pero no le importa-. ¿Y tú de dónde eres? – me pregunta la gordita que acompaña a Eli -. Yo, de Lima pues. Lemeño es él – se burla Mario -.

Mario era un presumido que se creía la gran cosa porque sabía hablar inglés, siempre paraba alardeando que se iría a Estado Unidos, pero hace poco me enteré que está en Venezuela. A Eli le interesó mi "amigo" y en esa conversación quedaron ambos para verse, además él seguía en el colegio y yo ya no iba para allá. Pero no iba a permitir que un aniñado me quite a Eli, conversé con Mario.

Mira Lalo, a mi me interesa y a ti también, en ese caso creo que ella debe elegir. Sí, pero cómo va elegir si tú estás más tiempo con ella, tienes más ventaja pues. Ya, pero qué quieres que haga, sí estuvieras en mi lugar aprovecharías esa ventaja. Oye, pero yo la vi primero. Qué pasa chochera, acaso Eli es una mercancía o qué. No, no es eso, pero yo la amo, no quiero pasar el tiempo, yo la quiero de verdad – me dio un poco de vergüenza declararle a un insensible mis sentimientos -. Yo también la amo – lo decía sin convencimiento -. Pero no como yo. Tú que sabes.

Pero Eli le interesaba Mario, y no entiendo qué le veía, aparte de ser un aniñado y presumido es feo. Es de mi vuelo, cabello trinchudo, ojos achinados y amarillentos, narigón, orejón, dientón y flaco.

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