Es la una de la tarde de un domingo con sol. El joven se
dispone a tomar algo de comer, revisa sus bolsillos y solo tiene un par de
soles con los que compra una caja de refresco y unas pecanas para comer
mientras ve una película. Había encontrado la película que cuenta la infidelidad
que quisiera cometer; pero cuando se acomoda frente a la pantalla, su celular
timbra. Es ella, es la chica con quien piensa ser infiel.
- Mario – El joven no ha dicho hola ni nada, solo ha presionado el botón verde para contestar pero no dice nada y escucha la voz – Mario.
- Hola, y ese milagro – Se recrimina porque piensa que esta sonando a reproche.
- Recién me levanto he estado haciendo muchas cosas ayer y tengo dolor de cabeza y pensé que quizás podría conversar contigo.
- Claro, siempre estaré para conversar contigo.
- Sabes, hice una tontería – en realidad usa una grosería, pero en la voz de la chica pareciera que solo ha dicho un adjetivo más –, le conté a Henri lo nuestro.
- ¿Y por qué lo hiciste? No deberías haber hecho eso.
- Solo se lo dije, para que lo sepa…
- ¿Quieres venir?
- No es que se lo haya dicho para poder estar juntos, solo quería decírselo para que sepa que no le soy infiel y que le respeto a pesar que ya no lo amo.
- Oka, entiendo, tú nunca le serás infiel. Me va gustar tener una mujer así como tú de fiel.
- ¿Crees que soy mala?
- Eres mala – se corrige – No, no… con esa carita no puedes ser mala. ¿Vienes?
- Mejor voy, además quiero darle a Henri su espacio para que pueda pensarlo, salió y quizás pronto vuelva y mejor que tenga tiempo para pensarlo.
Ella le dice que estará eso de las cinco, pero llega cinco y
media y el joven ha sufrido media hora de pensar que no venía. Le llamó para
saber si estaba esperando en balde, ella le dijo que estaba en camino que en
cinco minutos estaría allí, pero demoró diez y le fue un infierno esperar. La
ve llegar a una cuadra de distancia, corre por su cámara y le toma una foto –
había recuperado su cámara fotográfica con el único fin de tomarle fotos -,
ella sonrió. El corrió para abrirle la puerta, normalmente cuando van a su
habitación algunos amigos él les tira la llave, pero cuando es ella, él
prefiere abrirle la puerta y subir las escaleras juntos.
- ¿Estas bien?
- Sí, estoy tranquila, me siento en paz. Creo que hice lo correcto.
- Sabes que te quiero no – y piensa que debería decirle que la ama pero quizás se moleste -, y no me importa si esto me acarrea un problema.
- No tiene por qué, no vamos hacer infieles.
- Claro, tú no eres infiel.
- Tengo hambre.
- Te invito pecanas, puedes tomarte el refresco, tómatelo así nomás porque no tengo vaso, está limpio recién lo compré.
- Pero no he almorzado, tengo mucha hambre, invítame pizza. La pizza de la otra vez estaba buena.
- Está bien, pero solo tengo seis soles, te parece si comemos uno cada uno.
- Pero uno es poco, tengo mucha hambre.
- ¿Y tú no tienes dinero?
- No, no tengo… perdóname, pero no tengo dinero no traje, pensé que podrías invitarme.
- No, no es eso… lo que pasa es que no tengo dinero, no lo pensé discúlpame, voy a ver si consigo dinero… espérame. – Se va a pedir prestado a un vecino pero no consigue nada.
- Bueno, mejor nos vamos a comer pollo a la brasa, tengo tarjeta visa. ¿Te parece?
- Qué rico, comamos el mismo de la otra vez, el que yo te invité.
- Pero no tengo mucho en esta tarjeta – En realidad tenía cuatrocientos soles que tenía que pagar para la universidad -.
- Sí pero suficiente con un solo plato para los dos.
- Ha ya, pero bueno vemos. – Se sentía tonto porque no podía ofrecerle más.
- Hace frío.
- Ponte esto – le acerca una chompa negra a rayas, es la chompa que más usa y había soñado el día anterior que se la ofrecía.
- Pero con esto me voy a parecer a Freddy Krueger.
- No exageres… a ver… mira te cae bien.
Antes de salir Mario pone la película y lo ven, pensando que
después de comer será muy tarde y ya no volverán a su habitación. La película
le encantó a la chica y en un momento cuando los personajes se cogen de las
manos, Mario estira su mano y le pide a ella que lo coja. La chica lo duda y no
le hace caso.
- Solo te estoy pidiendo que me des la mano.
- ¿Para qué?
- Es solo tu mano, quiero sentirla, por favor… - piensa que le gustaría mandar todo a la mierda y que es mala porque le hace rogar por solo coger su mano.
- Está bien – ella estrecha la mano de Mario y él la coge con sus dos manos.
- Es suavecita – la acerca a su nariz para oler el perfume de su piel y ella retira pronto su mano.
- Perdona, he estado fumando.
Se alistaron y fueron a la avenida principal.
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