Sebastián está
renegando, tiene que registrar las calificaciones de sus estudiantes por cada
competencia en cada boleta, que claro lo tiene que hacer, pero le parece
injusto que le demanden eso cuando fácilmente se puede utilizar alguna fórmula
en Excel para que solo llene sus registros y no tenga que estar llenando cada
boleta.
Pone música –
Mozart – para hacer llevadera esta labor virtual. Estar sentado cinco horas
diarias frente a la computadora para hacer sus actividades, no solo le genera
el dolor de cabeza, también molestia en las nalgas, y eso que se sienta
correctamente, pero debe ser la tensión, la ansiedad por el que presiona contra
el asiento. Encima niños que preguntan fuera de hora por alguna actividad que
no entendieron a pesar que tienen las indicaciones en el grupo. El Perú –
Brasil no le interesa, debe avanzar con esta tarea que lo tuvo que haber
presentado ya. Felizmente que dieron plazo hasta el siete, pero es mejor
hacerlo hoy y mañana y no dejarlo para último día.
El celular suena,
se molesta, piensa que es un padre de familia para darle escusas de las faltas
de su hijo, se da cuenta que es un número desconocido, contesta, es una llamada
del banco para ofrecerle un crédito que como siempre, va negar; antes haciéndole
una gracia al teleoperador preguntándole porqué un hombre como él puede ser
digno de un crédito.
Mira si algún
mensaje importante le llegó, Keni le ha escrito prometiéndole que subirá la
entrevista hoy, a las seis. Le responde, “ojalá”. También se da cuenta que
Alejandra le mandó dos besos – emoticon -, duda en responderle, pero le envía
un audio:
(-) Qué fue mi
amor, me supongo que esos besos son un pequeño adelanto por la chamba de la
noche. Mañana cenita, ¿verdad?
(-) Ay viejito,
gracias, te debo mucho. El fiscal se quedó contento con las ppts, le pareció
muy bien tu orden, y me felicitó. Por supuesto, esos besitos son solo un
pequeñísimo adelanto de lo que tengo para ti. Mañana vamos, somos comida
mexicana, he visto un huarique que te va encantar.
(-) Ya negrita,
ahora estoy full, en la noche te llamo.
(-) Espero tu
llamada, chausito.
Hace frío, sube a
su habitación y se baja una manda ayacuchana. Piensa en que está enfermo,
quizás ese frío que ha sentido es porque está enfermo, algo malo debe pasarle, no
es normal que le venga un frío así – hipocondriaco -, pero luego razona, no,
este frío es del invierno, ya estamos en pleno invierno, piensa. Abre el Facebook
y mira la foto de perfil de Azul, qué linda está allí. Sus grandes ojos.
*****
(-) Tío una
señorita está que te busca – Teresita grita desde el primer piso.
(-) Por favor,
dile que estoy en el segundo piso, que suba – Sebastián se cambia de polo
porque sabe que es Azul.
(-) Buenas noches
señor Sebastián, quería pedirle un favor.
(-) Dime Azul, lo
que quieras si está en mis posibilidades servirte – un poco más y le dice, a tu
orden.
(-) Ay señor Sebastián,
lo que pasa es que no me han pagado completo mi quincena, me toca ya pagarle el
alquiler, le he traído doscientos, el viernes le puedo dar el resto – su voz
suena como música.
(-) No te
preocupes Azul, ahora te hago el recibo.
(-) No señor
Sebastián, no se preocupe, me lo da el viernes que le pago el resto.
(-) Está bien,
entonces hasta el viernes.
(-) Gracias señor
Sebastián.
(-) Azul –
Sebastián la llama súbitamente.
(-) A su orden
señor Sebastián.
(-) Esta semana
te va tocar la limpieza de tu piso.
(-) No se
preocupe señor Sebastián, yo el viernes voy a comprar líquido para la poceta y
voy a dejarlo limpio. Pierda cuidado.
(-) Está bien,
ten buenas noches – Sebastián le mira los ojos y le da la mano, ella corresponde
y le sonríe muy simpática.