Le duele la espalda, estuvo botando el desmonte desde la tarde, piensa dejar parte de las bolsas para mañana. Tomará una ducha y se pondrá a leer el libro de Jesús Mosterín sobre la Naturaleza, Vida y Cultura; recuerda que el filósofo español estuvo a favor de la eutanasia, las células se suicidan, la naturaleza acaba con su vida en el momento indicado, así debe ser con la vida llamada hombre, éste debe morir en el momento indicado y no debe permitirse que artificialmente se prolongue el dolor de a quien la vida se le apaga.
Los dolores
de la espalda le hacen reflexionar sobre el tormento al que se está condenado con
una legislación que nos prohíbe morir.
(-) Yo te
voy a decir uno de estos días para que me busques un doctor que me dé una pastillita
y dormirme para siempre – Nella está sufriendo.
(-) Pero
eso está prohibido, me iría preso Nella.
(-) Pero nadie
lo va saber, yo no quiero vivir así, ya cuando no pueda hacer nada, cuando ya mi
vida sea inútil, para qué quiero vivir postrada en la cama. Yo prefiero que me
duerman para siempre.
(-) Yo
también estoy de acuerdo con eso.
*****
Subiendo al
tercer piso se encuentra con Jesús quien le saluda amablemente y al verle empolvado
le pregunta sincero:
(-) ¿En
algo le puedo ayudar señor Sebastián?
(-) No, no
te preocupes Jesús… aunque, tengo que cargar algunos sacos, ¿me puedes ayudar?
(-) Por
supuesto, yo quiero ayudarle señor Sebastián.
(-)
Perfecto, voy a subir para traer unas bolsas.
(-) Le
acompaño – Jesús le sigue hasta la azotea, se da cuenta que Sebastián ya se
trasladó en su cuarto -. Ya se pasó a su cuarto señor Sebastián, ha quedado bonito.
(-) ha sí, me
trasladé el domingo, me ayudó Rodrigo.
(-) ¿El venezolano?
Pensé que ya se habían ido de la casa los venezolanos, ya no los veo.
(-) Seguro no
los vez porque ellos trabajan todo el día, pero el domingo siempre están, cocinan
aquí.
(-) Los domingos
me voy a ver a mis padres, pero los quince le estoy dejando limpio las
escaleras señor Sebastián. Veo que ya los demás no limpian, creo que se fue el
de mi costado, pero veo que ya no limpian desde antes de navidad. ¿Por qué se
fue mi vecino?
(-)
Justamente porque no quería limpiar, le llamé la atención, le dije que debería
limpiar y dejar de traer gente, que al menos debería tener un poco de vergüenza
y antes de traer sus visitas limpiar las escaleras; se molestó, y me dijo que
se iba. Yo normal, porque no me gustaba que me esté trayendo gente todos los
días. Además, a Daniel se le ha perdido sus medias y no quiero tener ese tipo
de quejas.
(-) Está bien
que se haya ido, siempre traía gente y me incomodaba cuando estaba haciendo exposiciones.
(-)
Entonces ya somos dos los que nos alegramos.
Jesús coge
algunas bolsas e imita a Sebastián que recoge el desmonte con el recogedor sin
tubo llenándolo con sus manos. Luego de llenos los sacos los llevaron al frente
de la casa donde se dejan las bolsas de basura. Sebastián se admira del joven que
con dificultad lleva las bolsas, le pregunta por su edad y él responde que veintidós.
La última bolsa
lo llevó Sebastián, Jesús se despidió. Cuando Sebastián volvía a la casa se
encuentra con Norma.
(-) Sebastián – Norma le entrega un billete de
diez soles -, toma para que compres gaseosas para los venezolanos que te están
ayudando.
(-) Gracias, iré compraré unas botellas
entonces.
(-) Compra también galletas o snacks.
Sebastián compró dos gaseosas Coca Cola y una
bolsita de Tor – Tees. Sube a la casa y toca la puerta de Jesús, quien sale
solo en shorts y descalzo, hace calor. Sebastián le da la gaseosa y Jesús se
agradece sobremanera. Sebastián se alegra de que ese chico sea peruano. Sube a
su habitación, se quita la ropa sucia y se sienta en el suelo para poder beber
su gaseosa y comer tor-tees, mientras ve en Facebook “kosem la sultana”.
Qué complicada es la noche. |
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