El señor de atrás trata de escuchar su llamada de negocios, una señora que tiene su bebé en brazos dándole de lactar mira molesta al saxofonista brasileño que se paró cerca de ella y grita su discurso.
Señores – dice señores, pero suena como no puedo escribirlo – espero que les guste la esta canción, yo viene de Brazil, yo viene hace poco, pero ya estoy falando el espanhol. Cuando yo vine, no sei nada espanhol, pero ya estoy falando el espanhol. No tengo ni un ano aquí en Perú, y ya estoy falando espanhol – lo dice con ganas de que le aplaudan.
El brasileño, comienza a tocar su saxofón, lo hace fatal, para Sebastián eso es contaminación; pero para los otros pasajeros, es música angelical. Solo porque quien lo toca es un extranjero que habla el español totalmente mal; no se le juzga por ser extranjero, pero no entiendo por qué somos así de generosos a pesar que viene hacer basura de mierda; es que los peruanos seremos así de idiotas, no solo se resigna a vivir con la basura, sino que también se obliga a lidiar con la contaminación sonora tan solo por no serle fastidioso al visitante del vecino más grande del mundo – piensa Sebastián para sus adentros.
El brasileño hace una pausa y les habla como si fuera una súper estrella en un gran concierto, motivando con sus compinches – unos peruanos que le guardan – para que aplaudan los pasajeros.
La señora que tiene a su hijo en brazos ya se olvidó de su pequeño, el señor de negocios, canceló su llamada y ahora escucha como si tuviera mucha sensibilidad a la música aplaudiendo la contaminación sonora. Sebastián quisiera protestar, pero se reprime, igual es uno más de esta sociedad hipócrita, que es capaz de aguantar vivir con la basura para no liarse con nadie, solo que se lía con él mismo.
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