Termina explicando la jerarquización étnica durante la
colonia, sus estudiantes le escuchan estupefactos de lo mal que la pasaban las
etnias desfavorecidas. Sebastián siembre es apasionado para contar esa parte de la historia. Le gusta referir curiosidades como el cuidado que se tenía a los negros en comparación a
los indígenas porque los primeros costaban y los segundos eran simples regalos.
*****
¿Qué te parece este modelito? – pregunta Camucha. No sé,
prefiero algo más cerrado. Ay, pero ya se viene el verano, vamos a Platanitos,
allí encontraremos más modelos. Ya.
Elena y Camucha caminan por Jirón de la Unión, Elena quiere
comprar zapatos, pero nada le anima. Camucha se emociona con la variedad que
una mujer puede elegir, los colores y las puntas, es lo que más le sorprende,
con esos tacos punta podría elevarse hasta 10 centímetros y llegar al nivel de
la bella morena.
¿Por qué estás triste? Por Sebastián. Ay sí, es una pena que
se esté quedando calvo. Oye, cállate, eso es un secreto. Sí, un secreto a voces
verdad. Ni lo menciones, para Sebastián nadie lo nota. Jajajajaja… será que él
no lo acepta, pero se ha quedado pelón. Bueno, cambiemos de tema. Pero dime,
¿por qué te preocupa el fracasado poeta? Es que ahora que le ha dejado
Alejandra, me he dado cuenta que está trabajando mucho, se dedica demasiado a
su trabajo. Eso está bien, no hay nada mejor que el trabajo para pasar las
penas. Sí, pero le siento cansado, estresado. Ay… no puede ser, ocúltame –
Camucha le da la espalda a Elena. ¿Qué pasa? Es mi ex. ¿El joven de corbata
azul? – Elena ve a un apuesto joven vestido de terno azul acero conversando con
dos señores. No, te lo digo pero no te rías, el pelón es mi ex. Jajajajaja… No
te rías, entremos a la tienda, no quiero que me vea.
*****
Sebastián termina su clase, se apresura en bajar las escaleras
para ir a la universidad, tiene examen. Suena su celular, es una madre de
familia que le pregunta si su hijo fue a clases, él le confirma y le pide
perdón que tiene que cortarle rápido.
Entra a la sala de profesores, abre su armario y revisa si
tiene sus sesiones para la clase de mañana. Al cerrar el armario huele la
madera que le hace recordar su puerta y cuando Alejandra se sorprendió al verla
cambiada.
“Quisiera cambiar varias cosas, para que cuando vuelva se
admire de todo, porque me gusta cuando pone su rostro de extrañada...”
*****
Camucha está en el SAT, llegó temprano como lo acordaron con
Elena para hacer la declaración jurada de inscripción del predio que su jefa
compró. Ha sacado el ticket, es la número cincuenta, Elena tendrá tiempo para
llegar.
Aló, ¿Elena ya estás en camino? Sí, estoy por tomar el taxi,
no te preocupes - Camucha escucha “Marinero de Luces” de Isabel Pantojas, Elena
sigue en su casa. Ay Elenita, apúrate, que soy el número cincuenta y hay hasta
el número cien, si es que pasa mi número tendremos que esperar más. Ya, no te
preocupes, ya estoy saliendo.
Camucha mira los documentos (copia de la minuta, DNI de su
jefa – original y copia – y el recibo de luz de la oficina – donde quiere que
le llegue la cuponera).
Aló, ¿Rubí? Sí hija, a los años. A los años bebita, ¿qué ha
sido de ti?, desconsiderada. Ay no sabes amiguita, me fui a Caracas. Pero qué
haces tú allá… ¿es cierto que no hay papel higiénico? Sí hija, no hay papel
higiénico ni pasta dental, es un caos, no hay pollo y tú sabes lo que me gusta
preparar, más no tanto comer, el pollito; pero ya ahora estoy en Miami, no sé
cuánto tiempo me quedaré aquí, pero si no encuentro quedarme volveré a Perú,
porque a Venezuela no, no volvería jamás, ni siquiera porque el mismo bigotudo
dictador me pidiese para vivir con él – Maduro es el amor platónico de Rubí. Pero
cómo así has llegado a Miami. Ay hija, tú sabes que yo soy un producto de
exportación fácil – Camucha se dice para sus adentros que su amiga es un producto
fácil -, y mi talento ha traspasado fronteras, aquí mi han contratado para
peinar modelitos para una pasarela, pero después de eso me regreso – en realidad
la regresan – a Venezuela, pero la verdad es que me vuelvo a mi terruño, mi
sufrido Perú, que al menos allá uno puede cagar bien. Ay China, que pena que
sufras esos avatares de que te tengan que botar de los unitetes. ¿Quién me está
botando? No dices que estás obligada a regresar a Venezuela… oye, te corto, que
llega mi jefa y tengo que atenderla. ¿Elenita? Sí.
Hola beba - Elena y Camucha se saludan de beso. Ay te he estado esperando aquí aburrida, felizmente que no se pasó el número, ya está en el 49 - Camucha muy delicada, fina, le entrega los documentos a su jefa. Entonces tendremos tiempo para ir a comprar mis zapatos.