Sabes, me quitaron todo, me quitaron lo poco que tenía… y no
me importa tanto lo que he perdido sino que no tengo a alguien que me abrace y
me diga que puedo seguir adelante, pero no quiero que ese alguien sea
cualquiera, quería que ese alguien seas tú.
Me haces mucha falta… He perdido todo lo que te escribí, he
perdido la novela que estaba escribiendo para ti, he perdido mis trabajos y mis
ideas primigenias de adolescente. Me apena haber perdido algunas fotografías
tuyas.
Hoy hubo un temblor y he pensado en mis padres, mis hermanas
y sobrinos y sobre todo en ti. He pensado en cuál sería tu impresión, he querido
llamarte, pero me he reprimido porque me he prometido no llamarte sino hasta
cuando tú me llames. No quiero molestarte con alguna ingenuidad.
Tengo que hacer nuevas presentaciones para mis clases, eso
me está cansando harto, no tenía un registro aparte de mi trabajo de años. Me
estoy quedando en las madrugadas trabajando, y me anima saber que tu trabajo es
cansador y que el mío no es nada comparado en todo lo que tienes que
esforzarte.
No me he cortado el cabello, porque no quiero verme joven;
quiero verme con más años, quiero verme anciano y quiero que me veas anciano
algún día y que sepas que te estuve esperando tanto tiempo… sé que el tiempo no
se recupera, pero tampoco quisiera recuperar ese tiempo en que te esperé, pues
aunque es triste – el esperarte – también es dulce, porque tengo una esperanza que
volverás.
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