Sunday, November 20, 2011

El Abuelo y La Nieta


Supuestamente me preparaba – asustándome, ablandándome y encantándome - . Como si fuera una de las novias de Baal, a quien miman y visten de princesa para luego tirarla  a la hoguera, por la boca del monstruo.

El que me llevaba a la hoguera, me describe del intachable caballero en su trato con las damas. Me dice de la suerte que he tenido, me dice que debo estar entusiasmada, emocionada porque lo veré, lo conoceré.

Entonces estuve frente aquella bestia, hombre duro, implacable; pero su dureza se deshacía ante una muchacha graciosa como un cubito de hielo expuesto al sol.

Antes Juan me dijo qué es lo que le enoja a la bestia, a la bestia le gusta que las muchachas sean tiernas, que no exageren en su amor. Yo me preguntaba: “¿Me está diciendo a mí estas cosas?”.

La bestia se decepcionó al verme muy delgada, pues a él le gustaban llenas, con pechos y caderas salientes. Un gusto típico. Hasta pensé que quería despacharme. ¿Saben por qué no lo hizo? Porque la idea de romper el coñito de una virgen excita a los hombres.

Me dio algo suave para beber, - no creo que lo haya hecho porque consideraba mi edad, 14 años aún, sino para no estropearme las entrañas-.  Chocó su copa con la mía. Solo mojando mis labios sentí algo ardiente en la garganta, me temblaba mucho en la mano la copita.

Me hizo bailar, me estrujó, luego me echó al sillón y sentándose muy cerca comenzó a examinarme, se divertía, mientras aspiraba y bebía. Parecía contento y tranquilo.
-           
N                       - Sabes besar, belleza, ¿eres virgen verdad? 

Se había excitado, cogió mi mano y la acercó a su miembro para notarlo. Así me enteré que cuando un macho se excita su sexo se endurece y crece. Metió su lengua dentro de mi boca.

-          Subamos belleza, vas a descubrir una cosa maravillosa. El amor. El placer. Vas a gozar. Yo te enseñaré. No me tengas miedo. No soy la bestia del Petán, yo no gozo tratando a las muchachas con brutalidad. A mí me gusta que gocen también. Te haré feliz, belleza.

El tenía 70 y yo 14 años. Lucíamos una pareja muy dispar, subiendo esa escalera con pasamanos de metal y barrotes de madera. De las manos, como novios. El abuelo y la nieta, rumbo a la cámara nupcial.

Busco entre la oscuridad ...

(Parafraseando a Vargas Llosa - La fiesta del Chivo).

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