Soy capaz de causarte lo que quiero.

El Abismo - Fotografía tomada en el Museo de Arte Italiano.

Está escribiendo frente a su computadora, sentado en una silla de comedor, lo hace lentamente porque piensa todas sus palabras.  Se levanta de la silla como si le quemase: se aprieta las sienes con las dos manos, anda a pasos grandes por su amplia habitación y parece como si tuviera un gran dolor. Era que estaba escribiéndote, como ya es costumbre estaba escribiéndote de lo que te quiere. Se le enciendes los ojos, y se vuelve a sentar, de codos al escritorio, con la cara llena de lágrimas. Así pasa su vida el Príncipe de Cleves.

ESTOY EBRIO

¿Sabes? Estoy ebrio, he bebido mucho y he llorado mucho más. He tomado todo el día y he tomado solo, creo que si libara con alguien sería fatal para mí porque le diría mi secreto. Desespero porque no respondes a mis llamadas. Me dijiste que llamarías. ¡Qué cruel eres!, no lo has hecho y no quieres hacerlo. No seas desconsiderada, no uses rigores conmigo. Ni siquiera me dices si lees mis palabras. Vuelve, por favor vuelve que ya no puedo. Ninguno ha de quererte como yo te quiero, te engañas si pretendes hallar amor más fino. Ayer te vi de lejos y me puse triste porque quien dices te ama ha disipado tu luz, no ríes, no brillan tus ojos, tus cabellos están sin vida.

¿Por qué, dime, te alejas? ¿Por qué con odio dejas a un verdadero amante por prejuicios? No tengo tus cariños, tuyo es mi pecho entero, tuyo mi albedrío y por ti sola clamo con amantes suspiros.

Recuerdas la última vez que conversamos largo, me dijiste que soy el único que devolverá tus coloridos, yo sólo sabré darle brillo a tus ojos, que nadie como yo te hace reír y dices que soy un chiste. Hiciste fluir fantasía con tus palabras, sueños me dejaste, fantasía cristalina de volver a verte. ¿Pero qué son tus palabras? Misterio religioso, un mar profundo de ambigüedad con emoción estética que enciende mi corazón para dejarlo agonizar. No sólo te digo que te amo, te repito que te amo.

¿Cuántas veces he muerto?

El mundo es todo testigo, De la muerte de mi corazón, Que no has tenido razón De estrellarte así conmigo.

Por qué no reparaste que soy tu amigo, Y que tus tiros tuertos En mí tienes los aciertos; Excúsame la partida, Que por cada mes de vida te daré  treinta y un muertos.

Hoy escuché tu voz.

Soledad me da permiso de llamar...

Estamos bien los dos juntos; nuestras almas nunca han estado tan al unísono, y saboreo a largos tragos el amor que han soñado desde siempre los más nobles espíritu de la humanidad. Solamente tú, entre todas las mujeres, has podido transportarme a esas cimas deslumbrantes de la pasión y de la comunión de inteligencias.

Yo no sé distinguir las sensaciones; todas ellas son delicadas, exquisitas, y las más carnales se purifican por el dominio de tu espíritu. Es un tema infinito de meditación y alegría interior, y solamente a ti debo el haber descubierto este mundo superior que tantos grandes espíritus han buscado a través de las vergonzosas tentativas de la vida desordenad, sin poder alcanzarlo jamás. Te adoro como los santos adoran a Dios. Como un puro espíritu. Te abrazo hasta romperte en mis brazos; llámame mañana a la hora que quieras; estoy a tus pies…

Cuando un amor se va.

Mi niña bonita.

Te hacías notar por la excesiva coquetería de tu vestuario y por tus formas un tanto extrañas en una mujer casada con dos hijos. Tus gestos preciosistas y tu forma de arreglarte me molestaban harto, en particular cuando atraía más miradas. Mi encantadora pequeña, hace ya  tres meses que te dejé y todavía no sé nada de ti. ¿Dónde estás? ¿Qué haces?

Mi encantadora pequeña...

¿Has resuelto aquel problema que te impedía verme? Siento ansias por saber noticias tuyas.
En cuanto a mí me encuentro bastante bien, el tiempo me favorece mucho, y a pesar de las fatigas continuas que me imponen el trabajo y los estudios, estoy lo suficientemente satisfecho de lo que veo y oigo como para no sentir nada.

Vuelve en cuanto te sea posible y cuenta con la fidelidad de tu enamorado.