Si estaba girando
no era por ti, de pronto estaba contento, sonreí y giré sin darme cuenta que tú
estabas allí. Perdóname, cuando me saludaste, no te escuché, estaba distraído con
una buena conversación con los panas de las hamburguesas. Eso sí, ellos
preguntaron por ti. Les dije que vivías en el edificio donde vivo ahora y me
preguntaron por tu número… No te preocupes, no le daría tu número a nadie, además,
no lo tengo, te bloqueé y luego te eliminé como contacto para no insistir con
las llamas.
Pero, volteé y te
vi, me puse nervioso y no sé si me escuchaste que te devolví el saludo. Me
sonreí, estabas como siempre linda, súper linda, wuao… Te puedo decir – porque
sé que lees esto -, estas hermosa, tus piernas, qué ricas piernas tienes,
largas, grandes, qué lindas piernas – no importa que redunde – igual, con otro
adjetivo es lo mismo, qué ricas piernas tienes. Alcancé a verte, y enloquecí,
tu piel, pude ver tu piel, tu cuellito blanco y tu bella cara, por eso me
sonreí, me sonreí de la felicidad que da la vida de ver alguien tan bonita.
Y fue como música
que de mi cuerpo emanó, y por eso volví a dar otro giro, un paso, otro paso, un
tercer paso y girar como un adolescente.
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