Saturday, February 17, 2018

Elena y el Caballero Blanco

Ella tiene la mirada en un punto infinito, la enfermera la ayuda tomándola de un brazo. No le importa que le vean así, tiene una figura agradable. El doctor la mira, y ella sale del trance asperge y sonríe. Pero qué mujer para más bella, el doctor se enamora de Elena… Puede vestirse. La señorita le entrega papel higiénico para que se limpie.

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Elena mira las fotografías del Caballero Blanco, ve un niño abrazando un tremendo siberiano, la sonrisa le parece familiar. Como cuando Henry era un chiquillo, el Caballero Blanco lleva la barba y el cabello crecidos para alardear una supuesta indiferencia o rebeldía… sonríe, es solo un niño.

Voltea, y todo es silencio, Sebastián duerme. Ella se acerca a la cama y escucha la respiración de su amigo, le huele el aliento fresco y acaricia su escasa cabellera, Sebastián pronuncia su nombre y ella sonríe como para enamorarle.

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Cáncer. Ella puede oír, pero no escucha, solo piensa en el Caballero Blanco, se pregunta por qué tanto se parece a Henry, no tienen ningún parentesco, pero se ven tan parecidos. El doctor la mira y se apena por lo que le viene.

¿Cuántos años tiene usted? 70. Usted podrá salir de esto, no se preocupe. No estoy preocupada, ¿me veo bien? Sí - parece que la paciente está negando su situación -, ¿le preocupa mucho su belleza? No, claro que no, solo que me preocupa ahora porque tengo una cita. Usted, usted no puede tener 70 – el doctor da cuenta de la desproporción de los años en relación a la apariencia de la paciente. Mire allí – Elena le pide que se fije en el historial -, allí dice mi año de nacimiento. Pero, esto no es posible… Gracias doctor, no estoy preocupada.

Elena sale de la clínica, toma un taxi y llega al restaurante de siempre. Espera no ver a Camucha. Allí está Rafael. Él sonríe y le invita sentarse en su mesa acomodándole el asiento.

Te estuve esperando.  

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