Saturday, February 24, 2018

¿Cuánto te espero?

Me preguntas
Que cuánto te espero
Y me haces llorar
Toda la vida te espero.

En una esquina te vi
Cuando niño
Por primera vez supe de ti
Te espero desde aquel día.

Que siendo un adolescente
En el recinto de tu dios
Decisiones tomé para verte
Te espero así de ingenuo.

En un abrir y cerrar
De tanto que te espero
Mi juventud pasó
Te espero insistente.

Y mi trabajo te ofrecí
Mi pobreza y fortuna
Mis sentimientos puestos en papel escribí
Te sigo esperando.

Y hoy que anciano soy
Y nada tengo para cuando llegues
Es como te dije

Toda la vida te espero.




Tuesday, February 20, 2018

Una Pequeña Ciudad

El doctor pregunta a la paciente por sus síntomas. Ella responde.

Me duele la cadera, tengo fiebre y siento que me voy a desmayar. Ya, ¿es hipertensa? Sí, también tengo diabetes. ¿Cómo lo sabe?, ¿está diagnosticada? Sí. Hace qué tiempo que no tiene su control. 2 años doctor. ¿Y le diagnosticaron diabetes? Sí – Grecy, no entiende porque el doctor insiste con la pregunta. Le voy a pedir que se haga estos análisis y pida una nueva cita de aquí a cinco días – el doctor no la mira, solo escribe en su computadora. Pero qué puedo tomar. Ahora le estoy recetando para su diabetes y la hipertensión, pero esto es por mientras, ya cuando tenga los resultados de estos análisis sabremos qué dosis deberá tomar permanentemente.

Grecy mira al doctor, él tiene el rostro preocupado, pero no es por ella, ya estaba así de ensimismado cuando ella entró. El doctor firma y le entrega la receta.

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Sebastián camina solo por jirón de la Unión, busca donde tomar algún refresco que le parezca limpio, no importa el costo, importa mucho que se vea limpio… no hay.

Lima puede pasar como la ciudad más sucia de América, de seguro que lo es, y lo peor parece que nadie se da cuenta, cómo podría tomar un refresco de esos lugares, todo está lleno de grasa y polvo, la gente sudando, dónde es que orinan si no veo que tengan baños. Y esos restaurantes, es puro papel y plástico en las casonas que van perdiendo su atractivo de la época virreinal.

Sebastián mira a un presuntuoso hombre maduro que sale de un restaurante; ese hombre tiene cierta convicción de superioridad y suficiencia, lleva terno, quizás sea un gerente o algún oficinista de la plaza San Martín, a unos pasos atrás está un joven que le lleva la maleta. Sebastián se esfuerza por recordar la cara del rechoncho cuarentón, sí, es su profesor, o mejor dicho, es su ex profesor de Derecho Internacional, que lo más que le enseñó de “Internacional” fue los grandes viajes que se dio gracias a estar a cargo de una de las gerencias de la municipalidad de Lima.

Pero cuánto ha engordado, si no fuera por su aguileña nariz, y los ojos desorientados no le reconocería. Este señor que su talento se reduce a ser un sobón de la autoridad para mantener un trabajo se da la gran vida a costa de los impuestos de los ciudadanos, pero nada más justo, estos ciudadanos sucios mantienen a un cochino – cerdo. Sebastián, critica para sus adentros. 


Saturday, February 17, 2018

Elena y el Caballero Blanco

Ella tiene la mirada en un punto infinito, la enfermera la ayuda tomándola de un brazo. No le importa que le vean así, tiene una figura agradable. El doctor la mira, y ella sale del trance asperge y sonríe. Pero qué mujer para más bella, el doctor se enamora de Elena… Puede vestirse. La señorita le entrega papel higiénico para que se limpie.

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Elena mira las fotografías del Caballero Blanco, ve un niño abrazando un tremendo siberiano, la sonrisa le parece familiar. Como cuando Henry era un chiquillo, el Caballero Blanco lleva la barba y el cabello crecidos para alardear una supuesta indiferencia o rebeldía… sonríe, es solo un niño.

Voltea, y todo es silencio, Sebastián duerme. Ella se acerca a la cama y escucha la respiración de su amigo, le huele el aliento fresco y acaricia su escasa cabellera, Sebastián pronuncia su nombre y ella sonríe como para enamorarle.

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Cáncer. Ella puede oír, pero no escucha, solo piensa en el Caballero Blanco, se pregunta por qué tanto se parece a Henry, no tienen ningún parentesco, pero se ven tan parecidos. El doctor la mira y se apena por lo que le viene.

¿Cuántos años tiene usted? 70. Usted podrá salir de esto, no se preocupe. No estoy preocupada, ¿me veo bien? Sí - parece que la paciente está negando su situación -, ¿le preocupa mucho su belleza? No, claro que no, solo que me preocupa ahora porque tengo una cita. Usted, usted no puede tener 70 – el doctor da cuenta de la desproporción de los años en relación a la apariencia de la paciente. Mire allí – Elena le pide que se fije en el historial -, allí dice mi año de nacimiento. Pero, esto no es posible… Gracias doctor, no estoy preocupada.

Elena sale de la clínica, toma un taxi y llega al restaurante de siempre. Espera no ver a Camucha. Allí está Rafael. Él sonríe y le invita sentarse en su mesa acomodándole el asiento.

Te estuve esperando.