Suben al bus para Matucana. Rosaura piensa en Juan Gabriel:
Esto de ser contestataria está bien, se siente bien siguiendo los principios
liberales, los de tu conciencia, el hedonismo; y sería perfecto si Juan Gabriel
los siguiera conmigo. Se recuesta en el hombro de Gustavo, imaginando que es el
de Juan Gabriel.
Aracely está tranquila, ella es una noble roja. Su rostro de
niña contrasta con sus 25 años de bien mujer. Madura, trabajadora, consecuente.
Sebastián la admira, no por su posición recalcitrante, sino por su silenciosa
elocuencia y apariencia frágil. Aracely quisiera hablarle a un dios, pero se
niega a tener fe: Eso es de los amarillos, eso es falacia de los capitalistas,
en todo caso, debo hablarle a la madre tierra.
El paisaje le recuerda su andina Arequipa, ahora esa
contrariedad de si la segunda ciudad – ¿o será la tercera? – del Perú… ¿es
costeña o serrana? Es costeña para los que preguntan directamente, es costeña
porque ser costeño es mejor para la hipócrita primera ciudad nacional. Es
serrana para mí, para mis sentimientos; preferencia de olor, clima y mujeres;
es serrana porque en verdad es serrana. Gustavo reflexiona.
Necesitaba de este aire y calor para pensarte mejor.
Alejandra domina los pensamientos de Sebastián. Mira Alejandra, nuestro dios
está pleno – Sebastián mira el cielo brilloso -, es el verdadero dios, el que
existe y se puede ver.
Se han quedado callados, pero cálidamente callados; los
parias fueron confidentes en ese momento.
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Darío pone su mano sobre el hombro de su amigo. Juan
Gabriel, si bien de más edad y formas menos atléticas, es más atractivo que
Darío, por eso es que Rosaura le eligió. Las chicas no solo admiran su flexible
ingenio sino también su educado trato con que seduce a sus interlocutores.
Sebastián sube al carro, escucha el gracioso comentario: “Ya
pe, presenta a tu marido”. Alcanza a ver a un joven con
mirada limpia y sonrisa de oreja a oreja. Gustavo va con sus amigos y Sebastián
aprovecha para ir al baño.
Sebastián sube, trata de leer los libros que compró, como
siempre, respeta la introducción y se entera de las mejores traducciones que se
han hecho de la Eneida. Pero se distrae cuando se dispone a leer los hexámetros
por la elocuencia de Juan Gabriel.
Para qué tanto quieres conocer a mi pata, ¿no será que te
gusta? Ya pues confiesa Juanga, ¿eres gay? – Gustavo molesta a su amigo. No me
molesta, porque todos saben que lo que se ve no se pregunta – Todos ríen de la
ocurrencia del líder de la manada.
Darío le admira, pero también le envida. Parece que está
predestinado para ser Congresista o Presidente.
Pero qué carajos, ese Gustavo la cagó, estaba todo tan bien;
debe ser la edad, ya está viejo. Oe qué tienes Jerjes, déjalo, el Characato
tiene sus razones. Puta sí, el profe también cagón porque más le importa su
mordida que sus estudiantes. Calla huevonazo, el profe te va escuchar; más bien
saca cuenta si hay suficiente para el pago a la tierra. Ya, ahora mismo hago un
informe contable de los dulcecitos – Jerjes se acerca a los demás para ver qué
ofrendas han traído para el festín.
Darío piensa en que no tomará, porque quizás pueda perder el
equilibrio y confesar llorando el secreto por Rosaura – secreto que no quiere
reconocer que es vox populi.
Oe Cajacho - Jerjes se acerca a Blancón - a ver qué traes allí - revisa la maleta de su amigo para contabilizar las botellas y se toma la confianza de ver qué más trae consigo - ¿una botella nomás?, puta qué miserable tu aporte, a ver qué hay acá, medias viejas, polos para hacer finta que cambias de mudas, un boxer seguro también para finta, qué huevón eres, como si vayamos a estar varios días, solo vamos estar una noche, ¿y esto?, ¿qué significa esto? - coge unos preservativos -¿para esto gastas el dinero?, ¿no te puedes jalar sin profilácticos. Calla mierda, este es el viaje huevón, aquí la hago, no regreso a Lima virgen. Ya - Jerjes hace cara de lelo -, pobre la Saladita, me supongo que lo harás en su carpa, porque recuerda que tú estás de recogido en mi carpa.