- ¿Es verdad que estás enamorado de mí?
- Te amo, ¿por qué lo dudas?
- A veces me pongo a pensar y me digo que quizás es que me estás bromeando o en todo caso estas equivocado.
- Jamás te bromaría con eso, te amo. ¿Qué te hace dudar? Te amo. Y sabes, tengo mucho miedo que siendo joven no he podido lograr que estés a mi lado, y pienso que cuando sea viejo será peor. Si ahora solo tengo tu simpatía, cuando sea anciano no tendré nada de ti.
- Eso no pasará. La verdad pienso que no estás enamorado de mí.
- Te lo puedo demostrar, solo dame una oportunidad.
Los dos jóvenes en un bar… ella le mira fijamente y le dice
no. Él sonríe, como diciendo es broma – la propuesta que le hizo -, levantan
sus copas y las chocan. No dicen nada más que salud. No tienen ningún motivo
más que el de ser amigos.
Él está celoso porque ella le cuenta que está saliendo con
sus amigos a tomar y conversar como pensaba que solo lo hacía con él. Quiere
decirle que se muere de celos, pero cree que si lo hace, ella se molestará; y
es lo que menos quiere.
Ella lo mira, y le cuenta acerca de sus miedos. Su vida en
familia es absurda, pero es lo que le toca vivir. Tiene miedo de cambiarse de
casa, tiene miedo de que su vida se centre en sus hijos y nada más. Piensa que
su vida se ha convertido en un callejón de compromisos del que no puede salir.
Salen ambos del bar y caminan hacia la calle principal, él
quiere abrazarla, ella quiere abrazarlo, pero se niegan hacerlo por pura vergüenza.
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