Sigue sin mí, pues mi mundo no es tan hermoso, ya lo vez.
Tú no tienes la culpa que todo me haya salido al revés.
Sigue sin mí. Quiero que tu vida sea mejor.
Ya conmigo sufriste, sólo mereces amor.
Mi gran error es querer tenerte. Sufro al verte porque sé que no eres feliz.
Deseo que Dios te bendiga, que la suerte y el amor te sigan donde tú estés.
Tu personalidad.
De naturaleza cordial, sin mayor ambición. Gustas de los placeres de la vida, aunque no acostumbras a enredarte en ellos por mucho tiempo. Estas características te convierten en la pajera perfecta, aunque el amor entre ambos se encuentra bastante lejos del ideal.
Obtuviste una educación penosa, toda tu niñez y primera juventud te enfrentaste a la falta de padres y a los manejos del hogar. Por ello posees gran seguridad en ti misma y tienes razón para ello.
Llegaste al matrimonio dotada de experiencia y grandes capacidades, pero también con una ideología corruptible, insuficientemente definida como para tener los traspiés que tuviste conmigo, tras mi influencia me hiciste apenas roces, ya que no existió oposición de ideas.
Tu soberano impone su voluntad. Eres astuta pero al mismo tiempo eres débil. Estás exhausta de las continuas luchas y por ello te has sometido.
Me enamoré de tu soledad, esa soledad generada por tus momentos adversos. A pesar de tu trato agradable, no tienes amigos, lo que hace que yo sea el único a quien realmente tienes cerca. Sé de tus admiradores incondicionales, pero ninguno ya me preocupa, porque no tienen categoría suficiente para mantener contigo tratos de amistad. Tu relativo aislamiento se debe a que en verdad me amas pero no lo suficiente. Estás en una posición que no puedes confiar en nadie, no tienes entera libertad, puesto que te ven como una extraña. Conmigo no sería así, pero aún no me amas lo suficiente.
Mi señora, ahora se ve claramente quién de nosotros ama más. Juzgando por lo que habéis decidido, veo que puedes vivir en paz, mientras yo no puedo conciliar el sueño…
Un día volverás a tu antiguo afecto. Si no, yo moriré.
Tras el gran esfuerzo inicial y después de haber batallado día a día me he quedado solo.
Recuerdo la felicidad que compartimos, no era un ideal de la propia egoísta personalidad de uno de los dos, eran fluidas fantasías de la adolescencia en que nos decíamos que estaríamos juntos. Vine a ver lo formulado sobre los datos de la posibilidad ofrecida en aquellas charlas, y solo, sencillamente solo, me has dejado.
Tu tiempo ya no es tuyo, sólo es un tiempo para ganarte la existencia. Alcanzar comodidad como yo también me contento comprando cualquier baratija y comiendo en vitrina. Percibo desde mi individualidad – porque ya no somos los dos ahora soy solo pero constituido por la presencia de tu recuerdo - a otras individualidades, envueltas, cada una desde su particular perspectiva, en la misma situación de conjunto, todos solos, tan solos, locos y completamente solos.
He servido para dos, ¿dejarás tu plato?
Tú eras mi principio, contigo fuimos uno, ahora no hay uno, ahora estoy solo y no hay nada, la unidad es de dos, no me queda nada. Ni siquiera tengo libertad y no se trata de ensayar la personalidad como cuando 19 y 21 años éramos uno. Lo curioso de esta situación es que el ideal era estar solo, constituirnos en uno solo en contra de lo exterior, ahora me asfixia el medio.
Si me es concedida la posibilidad de proyectar libremente una vida que ha de desenvolverse fuera de ti, no la quiero. No quiero ninguna base de sustentación, no quiero que lo ajeno a ti me absorba. En mi plan de vida – que no es una fantasía gratuita – estoy solo porque ya tú no estás.