Mira la pantalla y lee los poemas del joven de los Andes, le cae una lágrima, es una por lo sensible de esas palabras, pero también es por la tristeza de que no podrá escribir así, porque no vivió algo así como para hacer un poema que hable de una bonita primera vez… sobre todo porque nunca para él hubo una bonita primera vez.
El joven de los
Andes tiene la suerte de poder contar las emociones de una juventud pasada, del
temblor de un delgado cuerpo al abrazar a su pequeña dama, besar su frente, y
mirar el horizonte temiendo y queriendo enfrentarse a ese miedo por ese primer
amor bonito.
¿Y qué puede
contar nuestro payaso triste?, quizás del primer rechazo, rechazo largo que
muchos años le costaron, acaso de su amor de años redondos que siendo joven no floreció.
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