Monday, November 25, 2024

En esa misma esquina

Sebastián se queda parado, voltea la cara y espera que la combi se pare para no ver la escena de los dos jovencitos. Ellos estaban en el mismo lugar que muchas veces se despidió de Alejandra.

- ¿Amarte a ti? Mira, tú eres un animalito, eres como mi gatita que aún no tengo, pero pienso tener algún día. Eres como ese animalito, precioso desde luego, pero no más que eso. Solo amo a Elizabeth, a ella la amo con toda mi alma.

- ¿Y cómo puedo conseguir que me ames con toda el alma? – Alejandra sonríe.

- ¡Cállate! Hablas de cosas que no puedes entender. El amar con el alma está muy lejos de tus juegos carnales.

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Recuerda la última vez que se despidieron, Alejandra le dio un beso inocente que él no supo corresponder, ella le terminó y él no dijo nada porque no la amaba, al menos pensaba que no la amaba, pero estaba caminando en sentido contrario al Edén.

Pasaron los días y de pronto recordaba a Alejandra, terminaba su trabajo y al llegar a esa esquina se le hacía un nudo en la garganta, recordando a la jovencita que le esperaba.

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- ¡Viejito! Te traje chocotejas. Las hice yo misma, ¡te van a encantar!

- ¿Otra vez por aquí? ¿Y tus clases?

- Ay, me aburren. Ahora tenemos “Negocio Jurídico” con el profesor García.

- ¿Y así piensas ser abogada?

- ¡Ni loca! No quiero trabajar como abogada. Voy a administrar la empresa de mi papá y ganaré mucho más de lo que ganas tú como profesor.

- Qué suerte la tuya. ¡Qué envidia de futuro!

- ¡Jajajaja! ¿Ves por qué siempre vengo? Para alegrarte un poquito la vida.

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Pero la razón ganó al corazón y dejó a Alejandra en esa misma esquina.  



Sunday, November 17, 2024

Carta para Luis Alberto Palmera

Estimado Luis Alberto Palmera,

Espero esté todo bien en tu viaje al sur, cada vez te envidio más.

Gracias por recordarte de mi cuando fuiste a la más famosa librería de Buenos Aires, no te preocupes por no comprarme ningún libro con el pretexto de que no sabías què podías comprarme, igual sé que eres lo suficientemente mezquino como para traerme un souvenir.

Yo ahora aquí tomando mi refresco de maracuyá, que lo hice a la hechura antigua, como lo hacía mi tía abuela, la madrastra de mi madre. He almorzado una causa rellena de pollo, pero no te confundas, eso de “relleno” puede sonar como mucho, la verdad es que fue un poco de pollo.

Espero que no suene a reproche, aunque sí es un reproche, pero espero que suene algo más literario: Espero que seas feliz con tus viajes de ñaña Burgués.

Quizás me dirás que trabajas duro y estudias casi todos los días y por eso no puedes ser burgués. No te creo. Nunca te gustó trabajar y tampoco estudiar, solo lo haces porque tienes tiempo y dinero.

Me has sorprendido al decirme que estás leyendo “Ficciones” de Borges y que incluso te fuiste a visitar el barrio de Bustos Domecq, creo que tú y Borges no tienen nada en común, quizás lo estés leyendo por el nombre del libro, porque lo que vives es una ficción como cuando me contaste lo que te pasó con el moreno brasileño en el conversatorio en Valencia para el que fuiste, viaje pagado por tus apañadoras hermanas.

Yo te diré que he estado leyendo la vida de un tal Henry Morgan, un galés, un corsario, un amante del mar y los primeros capítulos me ha recordado tu humilde cuna y tu afán deshonesto de hacerte rico. Espero no lo logres, eso de ser rico, porque ahora que solo eres un clasemediero no te importa en contestar sino cuando te da la gana, y casi nunca te da la gana, mis escritos, qué será cuando llegues alcanzar tu obsesiva ambición de tener millones de dólares.

De todos modos deseo que te vaya bien y qué bueno que estés leyendo, quizás y algo puedas cambiar para bien. Quería pedirte un favor, pero ya te lo pediré cuando vuelvas a Lima, ¿volverás verdad?

Te recomiendo que tiendas la cama y acomodes el lugar donde vives, espero te portes decentemente y no estés al acecho de nadie. Sé feliz siendo bueno.

Tu amigo,

Federico Atroyis.



Saturday, July 6, 2024

Sebastián leyó los poemas del joven de los Andes

 Mira la pantalla y lee los poemas del joven de los Andes, le cae una lágrima, es una por lo sensible de esas palabras, pero también es por la tristeza de que no podrá escribir así, porque no vivió algo así como para hacer un poema que hable de una bonita primera vez… sobre todo porque nunca para él hubo una bonita primera vez.  

El joven de los Andes tiene la suerte de poder contar las emociones de una juventud pasada, del temblor de un delgado cuerpo al abrazar a su pequeña dama, besar su frente, y mirar el horizonte temiendo y queriendo enfrentarse a ese miedo por ese primer amor bonito.

¿Y qué puede contar nuestro payaso triste?, quizás del primer rechazo, rechazo largo que muchos años le costaron, acaso de su amor de años redondos que siendo joven no floreció.