Thursday, June 22, 2023

La mejor versión de Sebastián


Sebastián se desnuda, mira frente al espejo su escuálido cuerpo, agacha la mirada y mira su sexo. Ironiza, “quizás sea que no le gustó lo que vio, quizás sus expectativas eran más grandes”. Se mete a la ducha y toma el baño, se da tiempo para sentir la lluvia cayendo sobre su cuello, siente el contraste del calor de su cuerpo y el frío del agua, como ese contraste que hicieron al juntarse sus pies cálidos con los fríos pies de Azul.

Masculla, te amo; dice quedito, te amo; llora amargamente, te amo Azul. Recuerda al guerrero que no llevaba su caballo de la rienda durante los combates, sino que blandía el sable con la mano derecha y disparaba su revólver con la zurda. Parecía un diablo rojo y triste, gestado en los andes peruanos y pulido en el desierto de Lima. Sebastián compara la bravura inútil de la lucha de ese guerrero, con su constancia para rogarle por amor a Azul. Todo estaba vencido para el guerrero, él lo sabía; todo está perdido para Sebastián, él también lo sabe. El guerrero andino sabía que perdería su vida, el profesor Sebastián ya ha perdido varias veces, ahora va por la cuarta vez, así se lo ha dicho Azul.

Es una pena que Azul no podrá conocer la mejor versión de Sebastián, no sabrá sobre lo honesto de este profesor peruano de escuela pública, no sabrá lo buen hijo y hermano que dicen sus padres y hermanas que es, tampoco tendrá la dicha de estar con él en un viaje a los andes tropicales, quizás Azul ni se entere de los cuentos que ha escrito Sebastián para ella. En cambio, él sí conoce la peor versión de Azul, esa versión de orgullo, de sentirse superior a uno, de la que supuestamente es más fuerte, pero no tiene fuerza porque no es ella la que dice NO, es un tonto orgullo que dice NO, porque ella grita desde sus entrañas, desde la intimidad de su sexo, Sí.

Las lágrimas de Sebastián discurren con el agua de la ducha.

Es la peor versión de Azul, esa en que piensa que es mejor quedarse sola, que lo que le pasó fue suficiente para no volver amar, que para qué hacerse problemas con alguien si es que ya se va de Perú, palabra que le retumbará como también el nombre de Sebastián cuando escuche de lo grande de este país hospitalario y cuando sepa algo del buen maestro que seguro que disfrutará su mejor versión con otra.

Ella recordará el día en que decidió dar un paso, pero que la promesa de Sebastián de no tocarla hasta más allá hizo que no se consumara lo que tanto deseaba. Y al recordar ello, se lamentará por no haberle pedido a Sebastián que siga, que avance tanto como ella deseaba. Pero es pena, vergüenza, es un falso orgullo de son sentirse nuevamente de otro, por ese prejuicio es que se está perdiendo la mejor versión de Sebastián.


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