Sunday, March 4, 2018

No quiero que nadie me hable de amor


La sombra mira a Sebastián, está delgado, puede ver sus costillas, como siempre le gustó a él verla ahora ella puede verle, un hombre que está disfrutando de su última juventud, delgado, enfermamente delgado. Le acaricia el cabello y huele el aliento fresco que le recuerda que Sebastián está vivo. Sebastián dice su nombre, Elena.


Quisiera que te sientas como yo me siento; quisiera ser como tú, sin sentimientos… Elena llora y le pide perdón. Él abre la puerta sin pronunciar palabra le dice claramente que se vaya para siempre de esa habitación y de su vida.

Ya me cansé.

Elena le sigue acariciando, pasa su mano y siente sus fuertes y velludas piernas.
Caminando. ¿Solo? Desde que te conocí. Podrías ir con un amigo. No, prefiero caminar solo… Ella le besa y él responde violentamente, chocan sus dientes. Sebastián pide perdón porque aún no sabe besar.

Elena fija la mirada en toda la habitación, está limpia, es una de las primeras tareas de Sebastián.


¿Y estos jarrones? – Elena quita el periódico que cubre dos grandes cristales. Son para los focos del cuarto. Eres como una mujer. ¿Por qué? Nunca he visto un chico que esté pendiente en ese tipo de cosas para su cuarto. Claro que los hay. Sí, pero son pocos. Yo no estoy en un grupo de pocos, yo estoy solo.

Elena posa su cabeza cogiendo las piernas de Sebastián y continúa su eterno dormir.

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Fue una pesadilla, a veces pienso que no fue real, que no pasó. Él me hizo una infeliz, yo me preguntaba todos los días, le preguntaba a Dios todos los días, ¿el amor existe? Y – Elena llora -, y veía a otras parejas jóvenes felices y me decía que sí, que el amor sí existe, pero no me alcanzó, no me llegó.

Maritza la abraza para que Elena no caiga.

Ahora te maldigo aquí en tu tumba, si no lo hice en el entierro y aparenté fue por tus hijos, por mis hijos. Pero ahora te maldigo, maldito seas por todo lo que pasé a tu lado Henry. Me arrepiento mil veces de haberte esperado, de haber confiado una última vez más. No te supero, no lo voy hacer, porque yo fui buena contigo y tú… maldita la hora en que te sonreí, maldito el día en que tu juventud coincidió con la mía.