Espero que alguien venga y me diga si así no es su mirada. |
- ¡Medias rojas!
- ¿Qué? ¿no te gustan?
- Me parece raro.
- Échate, aquí – da golpes en la cama, a su lado -. Fue un regalo de una amiga del trabajo y por lo mismo que se ven raros es que los uso solo contigo.
- Traje vino – le da de beber de la botella.
- Gracias – sonríe mirando los ojos de su acompañante, le quita la botella y le da de beber -, así… así… todo… eres tú quien tiene que perder el control.
- Déjalo allí, sabes que me tengo que ir – le acaricia la cabeza.
- Te amo – le gusta cuando le coge la cabeza -, no te vayas.
- No me pidas eso – se besan, se acarician, les salen lágrimas – Dame tus llaves, no te preocupes en bajar, abro las puertas y subo para darte las llaves.
- No, yo te despido abajo – se sienta al borde de la cama y busca sus zapatos.
- Por favor quédate aquí, no bajes te va dar frío. Aquí tengo las llaves, no bajes… ¿ya? – el joven agacha la cabeza, se pone triste y mueve la cabeza negativamente, ella vuelve a pasar su mano por su cabeza – No seas malito, hazme caso… ¿ya? – él está llorando porque sabe que va ser la última vez que la vea – Ya no eres un niño… yo voy a volver – el joven afirma lentamente subiendo y bajando la cabeza.
Ella abrió las puertas, volvió a la habitación, él estaba en
la cama mirando la pared.
- Me voy.
- Pero no vuelvas ¿ya?
- ¿Eso quieres?
- Sí, eso quiero. Por favor ya no vuelvas.
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