Sunday, September 22, 2013

La señora no fía

Van juntos hacia la avenida principal para que Mario tome el bus de regreso a su casa y ella seguir su camino más arriba. Él no habla, ella lo mira, luego él se da cuenta de la incomodidad de ella y trata de hacerle el habla, pero no le sale ideas buenas. Ella se cansa de esperar la espontaneidad que caracteriza su conversación y le dice, ¿qué te pasa?; estoy cansado, tengo mucho sueño; ya… yo igual voy a tu casa a las diez; sí, no te preocupes, estaré esperándote.

Son las siete y treinta, llegó rápido a casa. Sube a su habitación y revisa el facebook, revisa la cuenta del hijo de Elena y ve que no ha puesto nuevas fotos, pero se detiene viendo las anteriores: Elena, en un supermercado, cargando al recién nacido. Se quita las zapatillas, camina en medias en busca de agua, dice una grosería al darse cuenta que no tiene agua, se muere de sed pero no tiene para comprar agua… recuerda que su amigo le preguntó si es que tomaba agua del caño, lo piensa, pero tiene miedo de enfermarse.

Termina los ejercicios en menos de una hora, se contenta porque a pesar de que ya no lleva el curso de lógica ha podido hacer los ejercicios con mucha facilidad. Timbra a Vanesa para que le llame o entienda que debe acercarse pronto, estaba preocupado en que llegara muy tarde, las calles son peligrosas se decía. Ella llama y le dice que no se preocupe porque irá con alguien.

A las diez, justo cuando estaba por acostarse, una piedrita golpea su ventana y piensa que es Elena, pero no es Elena, es Vanesa. Sonríe, busca los ejercicios y se los baja. Su amiga le presenta a su novio, un joven más alto y joven que él y ve a Vanesa y se alegra por ella. Se despide y decide pedir fiado a la tienda una bebida, pero la señora no fía… Desiste de beber y se va a dormir.

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