Monday, February 11, 2013

Tierna y dulce


Cuando está triste, tiene un rostro hermético, ni un músculo de su rostro se mueve, sus ojos están anegados de tristeza, pero no llora, hasta que le cae una lágrima y me doy cuenta de su dolor.

Recuerdo escucharla gemir, llorando suavecito. Sin mirarme. Recuerdo haberla acariciado y acercado mis labios a los suyos.

La miré, miré su vientre hinchado y, no sé exactamente por qué, rompí a llorar. ¿Por mí? ¿Por ella? ¡Vete a saber! Lloré, gruesas lágrimas me resbalaron por las mejillas. Ella, al verlas, se puso a gemir y, entonces agaché mi cabeza en su regazo y la abracé.

Esa noche durmió en mi casa, fue una noche deliciosamente tierna y dulce.

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