Se levanta, se contenta porque no tiene dolor de cabeza, son las ocho, ha dormido poco, pero parece que fue reparador, se mira al espejo, lleva los boxers amarillos. Un nuevo año. Revisa las redes sociales, no hay mensajes, salvo de una estudiante, agradece el saludo a través de un audio.
Se mete a la
ducha y se concentra en sentir el agua en su piel, cierra los ojos y recuerda
el azul raro de los ojos de la venezolana. El agua fría y lo caliente de su
cuerpo le hacen sentir bien, pone sus brazos sobre las mayólicas y deja que le
caiga agua en la nuca, se siente bien, piensa en Azul, seguro se estará recién
levantando, ¿con quién habrá dormido?
Se seca y pone
otros boxers, se mete a la cama pensando en avanzar con su lectura sobre Franco,
esperará que sean las nueve para bajar a desayunar. Lee sobre el falangismo y
su intervención en la Segunda Guerra Mundial. La habitación está iluminada por
el brillo solar.
El tiempo pasa,
solo avanzó cinco hojas. Se pone un short y un polo, sale con sandalias. Lee el
WhatsApp, Luis le había escrito recién comprometiéndole con el desayuno, le
manda un audio: voy para el mercado, allí desayunamos.
Se arrepiente de
no haber bajado con lentes para el sol, el día está muy iluminado.